La escuela es una sed arrebatada de entusiasmo a lomas de un caballo manso por la Pampa argentina. La escuela es el milagro del vigor del espíritu sobreponiéndose a la naturaleza magnífica y salvaje de la sabana en Kenia? La escuela, hambre de risas , la boca llena de palabras aun no pronunciadas que se mastican y se rebozan entre bocanadas de luz y arena en la bahía de Bengala. La escuela asciende por la sangre cimbreando de firmeza y decisión las caderas de una joven sobre el agreste empedrado de los montes Atlas, como si del gigante mitológico se tratara, en una alarde de feminidad altiva, en una determinación de modernidad.
Para Carlitos, para Jackson, para Samuel y para Zahira, la escuela es el camino a la libertad, a la alegría, al crecimiento interior, a ser más persona y despertar al mundo. La escuela reclama la atención y el impulso vital, no solo intelectual, de estos niños y niñas de lugares tan diversos y alejados. Niños que viven en situaciones más o menos precarias, pero dignas, lo bastante desligados de la necesidad inmediata de la supervivencia, como para lanzar la mirada más allá del terruño, niños no-pobres y que a sí mismos se consideran ricos porque pueden estudiar.
Maravilloso ejemplo de madurez, solidaridad y superación el que nos ofrece este documental de Pascal Plisson, Camino a la escuela.
Que pocas cosas necesitan estos niños que recorren cada día varios kilómetros para llegar a un destino- la escuela- que es para ellos un comienzo y una promesa de futuro. Hermosa y esperanzadora película que nos invita a la reflexión, a padres, maestros y niños.
Nuestros pequeños escolares mimados y consentidos se asombraban al ver que otros más jóvenes que ellos se hacían cargo con alegría de sus hermanos, los protegían, los cuidaban, tomando su cuidado no como una carga sino como una aventura. Que sorpresa ver como esos pequeños africanos se lavan su ropa y se apresuran para ir a la escuela, apenas una cantimplora para el agua y una bolsa de tela, el camino es duro y cuanto más ligeros de equipaje mejor, lo que vale es la disposición de aprender y el sentimiento de autoestima y dignidad que les confiere llegar puntuales para izar la bandera?
Primero la oración en silencio, luego la bulliciosa entrada en el aula, un pequeño y humilde barracón donde el maestro les da las gracias por venir y haber sobrevivido a los peligros del camino. Antes de acostarse lo último que escucharon fue la bendición del padre, sobre ellos, sobre su jornada escolar y, como en un poema, la alegre bendición sobre sus lapiceros, herramienta de futuro, trazado de esperanza.
Gracias a Juan Heras, por ofrecernos este destello de luz nueva en medio de la rutina y desidia escolar que, con tanta frecuencia, empequeñecen la tarea sagrada y el privilegio impagable de enseñar y aprender. No es la primera vez que los Cines Van Dyck nos abren sus salas en proyecciones matinales que muestran su interés y compromiso por la educación.
En estos tiempos en que el tener se valora más que el ser, bueno es aunar esfuerzos y atención que despejen el camino de la vida de prejuicios economicistas o de poder; la educación universal es una meta aun muy lejos de ser cumplida, y por eso no debemos olvidar que, en verdad para unos y otros, la escuela es el camino.