OPINIóN
Actualizado 28/12/2015
Rubén Martín Vaquero

Medio mundo habla del otro medio

Sostiene Ernesto que una persona que no comenté con familiares y amigos sus glorias y fracasos sentimentales-matrimoniales, sus vicisitudes laborales, los resultados de sus periódicos análisis clínicos, los gozos y las sombras de la convivencia con sus hijos, sus crisis o bonanzas  económicas, o el "avispero" de su "familia política"; ni es español ni nada que se le parezca. Según él somos un pueblo de chismosos, de corredores de oreja; una pandilla de comadreros que se mete en las vidas ajenas para que la rutina de las propias no pierdan la "t". Debe ser una necesitad vital, algo del clima, que nos empuja a sacar la vida al sol y a desterrar la privacidad al olvido.

A nivel nacional el cotilleo está servido. Esta es la tierra donde es preferible "qué hablen de ti aunque sea mal", sabiendo que a la menor te "cortan un traje". ¿Tienen alguna duda? Cuenten los programas de radio y de televisión sobre el tema que nos ocupa y, por supuesto, las revistas llamadas del "corazón" y otros menudillos. Enterarse de la vida de los famosos es el deporte nacional. Hay multitud de personas con una o varias carreras universitarias que ven y comentan estos programas. Estamos curados de espanto. Ya no nos sorprenden los grupos de conciudadanos que vitorean a las puertas de las cárceles a los ladrones y defraudadores. Seguimos eligiendo a Barrabás.

Y en el plano internacional somos los amos dando que hablar. Mandamos por el mundo a nuestros líderes carismáticos a dar lecciones de democracia, a chapurrear inglés, a regalar gambas, jamones, y a inaugurar cientos de embajadas; a nuestros titulados universitarios a solicitar un empleo mal pagado; a nuestra bendita siesta de pijama y orinal a descerrajar mercados; a la música de "Paquito el Chocolatero", o de  ¡olés! o de ¡Qué Viva España! o de "dale a tu cuerpo alegría Macarena"; a un sheriff pegando tiros al techo del Parlamento como si fuera un salón del Oeste norteamericano; a los mozos liándose a tomatazos o corriendo delante de toros bravos por las calles; a las caravanas de mujeres; a los "picaos"; a los "empalaos"; a los nazarenos con capirotes inquisitoriales; a nuestros hijos disfrazados de halloween pidiendo por las casas; a cocineros de postín con las pinzas, el nitrógeno y las estrellitas; a los luctuosos sucesos taurinos; o a los movimientos secesionistas o terroristas de los territorios ricos del país, que juran estar siendo explotados por los pobres.

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