OPINIóN
Actualizado 26/12/2015
Julio de la Torre

Afrontamos el reto de desarrollar nuevas inteligencias y avanzar en el desarrollo humano con las certezas y pruebas que aporta la ciencia y que antes fue cuestión de fe.

La capacidad de pensar, entender, asimilar, elaborar información y utilizarla para resolver problemas es lo que se denomina inteligencia.

Etimológicamente, inteligente es quien sabe escoger algo.

La espiritualidad es a una disposición con la intención de experimentar estados especiales de bienestar.

La relación con lo intangible, lo invisible, lo inoloro,  incoloro, insondable?ha sido durante toda la historia una constante. Es preferible quedarse en lo material, visible y tangible.

Ver para creer o creer para ver.

Ha sido la Neurociencia la que ha logrado ampliar el mapa del conocimiento en el ámbito espiritual.

En 1997, la física y filósofa Danah Zohar introdujo el término "inteligencia espiritual" en su libro "ReWiring the Corporate Brain: Using the New Science to Rethink How We Structure and Lead Organizations." Años después desarrolló el concepto con otro investigador, Ian Marshall, y en 2000 publicaron SQ: "The Ultimate Intelligence (Coeficiente espiritual: La inteligencia máxima)."

En 2006 por el neurocientífico Mario Beauregard, de la Universidad de Montreal, en Canadá encontró que la experiencia espiritual activaba más de una docena de diferentes áreas del cerebro a la vez. Se registra actividad en:

1º.-Los lóbulos frontales. Se mejora la atención y la concentración, y generan nuestro sentido de "yo", por lo que al alterar su funcionamiento se percibe una "disolución del ego".

2º.-El sistema límbico se vincula con los sentimientos afectivos.

3º.-Se ha observado también una "desconexión" del lóbulo parietal, que maneja la orientación espaciotemporal, lo que parece crear la sensación de fusión con el Universo.

Afrontamos el siglo XXI con avances neurocientificos que aportarán nuevas rutas y mapas del conocimiento para el desarrollo y crecimiento personal. Nuestra decisión ahora es mantenerse al margen de la evolución o  subir al tren y conquistar un mundo que ya antes conquistaron en  nuestra historia hombres y mujeres que sin tantas certezas y pruebas los caminaron ante la perplejidad de sus coetáneos. Nuestro es el reto. Nuestra la decisión

 


[1] http://www.cnnexpansion.com/actualidad/2009/12/14/iq-de-la-fe

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