OPINIóN
Actualizado 26/12/2015
Julio Fernández

JULIO FERNÁNDEZ / Profesor de Derecho Penal de la Usal

El resultado electoral del 20 D se ha convertido en el que más incertidumbre ha generado en las casi 4 décadas de democracia existente en nuestro país después de la muerte de Franco. Cualquier confrontación electoral deja siempre cientos de lecturas diferentes.

La primera y más importante es que la ciudadanía, aunque le ha dado la mayoría relativa al PP, lo ha hecho de forma pírrica y quién ha triunfado es, sobre todo, la izquierda política, porque, aunque unamos los votos de PP y C,s, la suma de los que han obtenido PSOE, PODEMOS y UNIDAD POPULAR EN COMÚN (antigua IU) es de 1 millón de votos más, y eso sin contar los 600 mil votos de ER o los 218 mil de Bildu. Lo más destacable, como siempre, es el resultado de Unidad Popular en común, que con esa cantidad de votos solo consigue 2 escaños debido a la aplicación de la Ley D,Hont, que impone un sistema electoral que sólo beneficia a los partidos mayoritarios o a los que se presentan solamente en algunas circunscripciones electorales (como los partidos nacionalistas vascos o catalanes).  El PP o el PSOE, por ejemplo, con los mismos votos que han conseguido ellos, hubieran obtenido unos 15 escaños más.

La segunda lectura es que los españoles han dado la espalda, en primer lugar al PP, porque ha gobernado con soberbia y prepotencia, despreciando las iniciativas de la oposición y de las plataformas ciudadanas, apoyándose en su mayoría absoluta que han utilizado de forma absolutista y, en segundo lugar, al PSOE, porque, a pesar de la mala gestión del gobierno de Rajoy, no ha sabido canalizar el desencanto ciudadano. España necesita que sus políticos sean honrados, condenen sin paliativos la corrupción política y trabajen por los intereses generales y la consecución de un Estado de Derecho y del Bienestar, donde las leyes sean fruto del diálogo y consenso entre las diferentes opciones políticas y donde las políticas sociales: educación, sanidad, servicios sociales, sean universales, libres y gratuitas.

La tercera lectura es que, aunque a muchos no les guste, con los resultados electorales ha resucitado la tétrica histórica de las dos Españas, porque, mientras en la España interior (la que sigue perdiendo habitantes, la que tiene menos industria y en la que mayoritariamente viven funcionarios, estudiantes y pensionistas), ha triunfado, como siempre, la derecha conservadora; mientras que en la periferia, en Cataluña y el País Vasco, que poseen la cuarta parte de la población del Estado (aunque sólo sean 7 provincias), el PP es, más que nunca, absolutamente residual, lo que genera un problema grave para la gobernabilidad del Estado. El gobierno de Rajoy no ha tenido en cuenta las opiniones de las minorías. Ante un conflicto territorial como el de Cataluña no podemos apelar sólo a la Ley. Políticamente algo hay que hacer para revertir la situación, porque nunca, en la reciente democracia española, se había producido una situación semejante, imputable a la arrogancia de un gobierno que creía que estar respaldado por la mayoría absoluta de las Cortes le daba la legitimidad necesaria para hacer y deshacer a su antojo.

El panorama ha cambiado y los grandes partidos no pueden seguir errando en sus políticas. La grandeza de la democracia no es sólo gobernar para las mayorías, sino hacerlo también respetando los intereses de las minorías y eso no sólo no se ha hecho, sino que se ha despreciado sistemáticamente por el último gobierno del PP. Se han llegado incluso a criminalizar opciones políticas minoritarias tachándolas de ser la anti España, de unirse a los terroristas y secesionistas y se las ha considerado organizaciones radicales apestadas que deberían desaparecer.

En consecuencia, no se puede gobernar, como piden PP y C,s, con un pacto a tres bandas entre PP, PSOE y C,s, dejando fuera al resto de formaciones políticas, no sería una solución de diálogo y consenso, sino una imposición de los partidos mayoritarios sobre el resto y el problema persistiría.

Si queremos superar la trágica historia de las dos Españas, los grandes partidos (fundamentalmente el PP) deben enterrar sus hachas de guerra y dejar de criminalizar a las opciones políticas minoritarias. La democracia pone a cada uno en su sitio y el pueblo ha decidido que el mosaico de opciones políticas que ha salido de las urnas tienen que hacer el esfuerzo de trabajar por el bien común, por una sociedad más justa, libre, tolerante y avanzada, en la que los derechos individuales y sociales sean el punto de partida del progreso y de la convivencia pacífica de los españoles.

Desde el Mirador de la Code de Mieza, lugar emblemático de las Arribes del Duero, deseo a todos una FELIZ NAVIDAD.

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