Llegó la Navidad, pero si seguimos siendo amigos, si nos sentamos a la mesa con buenos modales y no reñimos ni nos pegamos, y el turrón nos sigue sabiendo sabroso y caliente, seguro que la Navidad se sentirá feliz.
Si el niño que nace nos trae trabajo, un rescaño de paz, mucho respeto sin mordazas, no nos chupa la sangre, ni nos pisotea ni nos trata como muñecos; si, por fin, saca de nuestras conductas la voz "beeee", y nos ve como lo que somos: hombres con dignidad, seguro que el hombre, nosotros, nos sentiremos felices.
Un abrazo.
Timi, el viejo