"Como esa flor alpina que nace en las cumbres y muere en el valle, la generosidad solamente florece en las naturalezas elevadas".
Hoy hace tres meses que desde estas mismas páginas le daba la bienvenida a nuestra princesita Olivia, tu bisnieta, mi nieta. La alegría que supuso para todos y que va en aumento al verla crecer, hoy se ha tornado en tristeza porque Dios ha querido llamarte para que ocupes el lugar que os tiene reservado a la gente de bien, como lo has sido tú. Te has ido sin hacer ruido y a todos nos está costando aceptarlo, aunque la fe que profesamos nos dice que te has ido a un lugar mejor, donde serás feliz para siempre y nos cuidarás desde allí arriba.
Has pasado por la vida dejando una estela de bondad que no olvidaremos. Por lo que a mi respecta, quiero agradecerte el cariño, la dedicación y la ilusión que pusiste y entregaste a tus nietas, mis hijas. Nunca pudieron soñar con tener un abuelo mejor que lo que tú has sido para ellas: generoso siempre, dispuesto a cualquier hora para lo que necesitaran de ti. Les has dejado una huella que perdurará en sus vidas para siempre, Yayo Miguel.
Alguien escribió un día una frase hermosa que quiero dedicártela porque es un compendio de lo que ha sido tu vida entre nosotros: "Como esa flor alpina que nace en las cumbres y muere en el valle, la generosidad solamente florece en las naturalezas elevadas."
La emoción que me embarga, mientras escribo, me dice que sea breve y voy a terminar.
Te pido perdón por muchas cosas. Te doy las gracias por muchas más.
Que Dios te premie como mereces. Estarás presente en mi memoria siempre.
Descansa en paz, querido YAYO.