OPINIóN
Actualizado 21/12/2015
Rubén Martín Vaquero

De nuestro aceite

Las olivas nacidas en los bancales que festonean las faldas de las Arribes del Abadengo y de la Sierra de Francia, y maduradas entre soles, aires agrestes y rocíos (ésos que se despeñan ruborosos desde Santa Bárbara y la Oliva, Peñahorcada, Perdiguera, El Palomar, Fuenteluenga, Picón de Bogajo, el Sierro, Valdomingo, El Hito, El Moncalvo, la Peña de la Vela, el Pico Cervero, el Pico del Mojón del Marrano, la Sierra Chica, La Hastiala, Las Batuecas, La Mesa del Francés y el Pico Robledo), por San Nicolás fueron encapachadas? y ya son zumo.

Mucho se esforzaron sus hombres para mantener lejos funguicidas, caldos cúpricos y demás bactericidas; para que unos aceituneros viejos ordeñasen las oliveras con varas de abedul y mantos de cortejo; para limpiarlas con chorros de viento y aguas del Águeda, o del Yeltes, o del Huebra, o del Francia, o del Alagón, o del Duero, o del Camaces, o de Las Uces, o del Froya; para estrujarlas con muelas de hierro al pálido titileo de la Luna, Luna de lobos, para que ni siquiera la luz del día perturbase sus asilvestradas esencias; su aroma, delicado y quieto como el instante en el que los amaneces dudan; su aterciopelada suavidad de labios que acarician y llenan; y su sabor a bosque de robles, de rododendros, de madroños, de frutales bravíos y de libertad.

Aunque una sombra oscurecerá sus anhelos. Usted no podrá degustar esa ambrosía porque, como las cosas importantes de la vida, no está en venta; se la tendrían que regalar los duendes y las hadas que moran aquellas tierras. 

Etiquetas

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Zumo de vida