? reflexionemos hoy en voz alta, sin intención alguna de dar trabajo a la Junta Electoral Central.
Generales las llaman a estas elecciones, porque escogemos algo pero en definitiva ya quedará escogido todo cuando nombremos a la práctica totalidad de los "representantes" del poder legislativo (algún senador viene de la "cosa" autonómica). Ellos, a su vez, designarán al jefe del poder ejecutivo y tampoco se resistirán a decidir sobre lo más notable del poder judicial. Generales sin duda. ¿Separación de poderes nítida y real? No parece.
Les otorgaremos la confianza para confeccionar y aprobar las leyes de la Nación durante los próximos cuatro años, pero ocurrirá que otras diecisiete cámaras legislativas (parlamentos, cortes, asambleas), mientras tanto, también tejerán articulados, y pergeñarán reglamentos, y votarán solemnemente hechos diferenciales con categoría de ley, y recurrirán, y litigarán, y negociarán... ¿Los españoles somos iguales? Cada vez menos.
Meteremos en el sobre la papeleta de un partido para el Congreso de los Diputados y, los que hagan uso del sepia senatorial, no es mi caso, marcarán uno, dos o tres candidatos. En nuestra circunscripción, cuatro diputados y cuatro senadores "por Salamanca". Si de verdad fuera así? Pero tampoco, yo querría que Fulano Mengánez fuera mi diputado en Cortes, no el de su partido, ni siquiera el de Salamanca. El mío, y el de todas las personas que le hubiéramos votado o no en su distrito. Que rindiera cuentas ante mí, ante nosotros. No ante la parroquia limitada de su partido ni ante la realidad abstracta de una provincia. Que las Cortes tuvieran una conexión clara con las personas, los representantes con los representados, sin tanta disciplina de partido ni tanta agitación de banderitas territoriales demagógicas, sin aforamientos ni prebendas. ¿Representantes? ¡Pero que nos representen de verdad! A los votantes, no a sus partidos, sean nuevos o viejos.
Y si ya algún día pudiéramos escoger por un lado a los que legislan y por otro al presidente del gobierno, con su segunda vuelta si hace falta, ahorrándonos el mercadillo de pactos que se avecina, hasta prometo dejar de aburrir con mis reflexiones en tales días como hoy.