OPINIóN
Actualizado 18/12/2015
Luis Miguel Santos Unamuno

Las peculiaridades de la prensa online posibilitan que yo no cometa una ilegalidad publicando un artículo un viernes pero quizá ustedes sí si lo leen el sábado víspera de la jornada electoral y jornada de reflexión. Así, puedo pronunciarme para pedir el voto de manera más o menos encubierta? aunque no lo voy a hacer. Me cuesta participar en una democracia en la que nada más elegir a nuestros próceres empezamos a desconfiar de ellos. Resulta desalentador pensar que es preciso establecer unos mecanismos de control para que no se salten las leyes aquellos a quienes elegimos para que las elaboren y hagan nuestra vida más fácil, más justa, más libre. Los que estimamos primus inter pares nos van a defraudar y debemos defendernos para que no lo hagan. Un sinsentido. Es como si mis alumnos cuando eligen al delegado de clase se pusieran a pensar en cómo botarlo nada más votarlo.

   Todo empezó con la corrupción del PSOE (nunca se lo perdonaré) el partido en el que, tras la UCD que sirvió de transición, depositamos todas nuestras ilusiones de democracia para que las hiciera trizas con su financiación ilegal y sus escándalos. Imaginábamos un estado en el que la separación de poderes absoluta habría originado una casta judicial así que se buscó un sistema para atemperar el poder de ese tercer poder de manera que la opinión del pueblo a través de sus representantes electos pudiera influir en esa casta y controlarla. Pero resultó que esos políticos que elegían, en representación nuestra, una parte de la casta judicial tuvieron a la postre que ser juzgados por corrupción por esos mismos jueces: el sistema no parecía tan malo pero el factor humano, el deseo de poder, el deseo de dinero se lo han llevado todo por delante.Cuando aquellas personas que sustituían a los apolilladas cortes franquistas y en las que creíamos poder confiar nos decepcionaron el daño que hicieron no fue económico, algo irrelevante, sino mucho más profundo: transformaron todos los sueños postfranquistas que habíamos concebido durante los años franquistas en un bluf, malbarataron los anhelos de llegar a ser un país democrático y nos dejaron para siempre con la mosca detrás de la oreja. Ningún partido ha sido capaz de oxear esa mosca desde entonces.

   Claro está que propugno un tipo de abstención que podría denominarse activa por contraposición a la simple abstención pasiva por dificultades para votar, pereza o desinterés. Estoy muy interesado en la vida política y mi colegio electoral está al otro lado de la calle. Y supongo que uno puede propugnar la abstención porque está en buena situación laboral, con cobertura sanitaria, con una vida muelle. Pero no es sólo por eso: es que parece imposible tomarse en serio (¡uy! ha sido sin querer) a ninguno de esos líderes maquillados para dar bien en la tele. La nueva sintaxis de la lucha política. Los memes de las memeces que por ahí se digan o hagan compiten por hacerse un hueco en la saturada web con la noticia de una enfadada aspirante a modelo que denuncia al cantante que la invitó a una fiesta porque ha subido, sin su permiso se supone, una foto de ella esnifando un polvo blanco esparcido sobre el miembro de un colega de color también supongo invitado a esa fiesta donde todos llevan móvil con cámara casi una redundancia hoy día. No me digan que no tiene más jugo eso que un debate electoral.

   Uno se pregunta cuándo el PP va a dejar a caer a Rajoy y sus torpezas verbales de alcaldes y vecinos pero quizá no puede hacerlo porque no surge ningún voluntario dispuesto a inmolarse en la oposición como hizo Rubalcaba en su momento y todos esperan repartirse los despojos. Uno se aburre de la perseverancia de los socialistas intentando encontrar su sitio y parecer creíbles después de dar tantas veces gato por liebre. Uno espera ver de nuevo la impotencia de Izquierda Unida que encenderá pequeños faroles de luz en millones de ventanas, muy dispersas entre sí, insuficientes para traducirse en escaños compitiendo con la aglomeración de mecheros encendidos en un pequeño recinto en un rincón del país; no es extraño que se traicionara a sí misma y a nosotros y se hiciera nacionalista. Y se explica la emergencia de partidos de corte asambleario sólo que para conseguir escaños se apoyan en un jefe endiosado que es justo lo contrario de lo que predican por lo que empiezan a desconfiar de él. Y se entiende el deseo de querer parecerse a alguien que saca lo mejor de nosotros mismos y nos hace creer delante del espejo que somos unos recién nacidos, inocentes, limpios.

   En fin que encarno a ese llamado polizón (¡qué vergüenza!) que no paga su parte de la instalación de los contenedores de basura porque sabe que sus vecinos los acabarán poniendo pero luego los utiliza ya que están allí. Ustedes votan, yo me aprovecho, y perdónenme el cinismo. Me arriesgaré porque me da igual subirme a una barcaza que a un transatlántico, porque te subes a ciegas en la noche y a expensas de los vientos europeos y del petróleo asiático puede naufragar cualquiera. Quizá vote en la segunda vuelta, es decir para cuando tengan que repetir las elecciones. (Aquí pongan un emoticono con un guiño.)

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