Al igual que sucedió el pasado mes de mayo, Pablo Iglesias ha protagonizado el mitin mas concurrido de la campaña electoral en Castilla y León, reuniendo anoche en Valladolid a más de 1.500 afiliados y simpatizantes que abarrotaron el auditorio del centro cultural Miguel Delibes. Una concurrencia que aguantó pacientemente la demora con la que comenzó el acto, al que el líder de Podemos llegó con más de una hora retraso al haber perdido el AVE que tenía previsto coger en Madrid y tener que improvisar el viaje por carretera.
Un mitin por lo demás un tanto atípico, ya que, en lugar de soltar el consabido discurso, Iglesias se sometió a una teórica "entrevista de trabajo", consistente en contestar a siete preguntas realizadas por otros tantos asistentes previamente seleccionadas a través de la página web del partido. Esta puesta en escena, similar al formato televisivo "Tengo una pregunta para usted", permitió a Iglesias explayarse, con el apoyo de una pizarra, sobre los aspectos fundamentales del programa electoral de Podemos.
45 minutos empleó en responder a las siete preguntas, de las cuales la supuestamente mas comprometida, referente a la existencia de presos políticos en Venezuela, fue realizada por una vecina de Laguna de Duero que casualmente es concejala elegida a través de la agrupación de electores promovida por Podemos. Ni que decir tiene que el líder del partido aprobó con sobresaliente la entrevista de trabajo, que, eso sí, de haber sido cierta, no hubiera tenido lugar, ya que el encargado de hacerla obviamente no habría tolerado el retraso con el que se presentó el "aspirante".
Después, Iglesias completó su intervención con un sosegado discurso de apenas cinco minutos que concluyó con el llamamiento a "una demostración cívica que llene de sonrisas y ternura las urnas". Previamente, el personal se había desfogado lo suyo con las intervenciones de los teloneros, en todo momento jalonadas por los gritos "Sí se puede" y "Re-mon-ta-da".
Aunque Irene Montero se despachó a gusto con el PP, el PSOE y Ciudadanos, nadie calentó tanto el ambiente como el secretario autonómico y portavoz en las Cortes, Pablo Fernández, quién se desmelenó física y figuradamente con una arenga culminada con el "A galopar" de Rafael Alberti. Fernández, cuyas intervenciones parlamentarias no se caracterizan por la estridencia, se reveló ayer como todo un mitinero sin complejos.