OPINIóN
Actualizado 15/12/2015
Quintín García

IV

Formas de hablar: hoy

tu misma voz, perturbadora, Teresa,

por mujer, e indócil, mi propia

voz desata y enardece

para tartamudear también, aunque

en más frío aderezo y masculino

el fragor de ese abordaje

de Él sobre mi orilla como un

tenue Temblor, una Pregunta;

acaso, a días, tantos, una Zozobra o

Duda que se enrosca como

las serpientes en mi garganta

y me ahoga. Un Silencio.

Como una Certidumbre también ?eres

Tú y no una sombra y vienes

tras el fugaz aleteo de oropeles

y de rostros dolidos en la senda?, un Aliento

o Beso. O Medicina. Y siempre

una sospecha de otro Río

donde el mío amamanta de sus ubres

o se funde y anega.

O diría

con voz más niña aún y ruborosa:

su Presencia es, a días, como si fuera

leche dulce de Madre para curar

la orfandad de los labios en la noche,

ávidos, la mordedura de las víboras

que acechan: el Becerro,

la oscura Máscara que confunde

las miradas y la Bestia.

 

                                   ¿Formas

de hablar tan sólo?

                                No.

Dádiva, interior

alumbramiento, música

de oboes y dulzainas, teofanía

vertical tu carne embebecida

en Él, por Él

transverberada.

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