A los tradicionales deseos de navidad, este año se unen los deseos de los aspirantes a gobernar el país, pero, una vez pasados estos días ¿todos van a tener el mismo futuro?
Me he propuesto que una vez que pase la Navidad voy a cuidar un poco más mi alimentación, por no engañarme a mi mismo, por que de haberlo hecho a primeros de diciembre, que es cuando más lo necesitaba, no hubiese tardado mucho en fallarme, así que he preferido posponerlo unos días y cometer los excesos propios de la época sin culpabilidad.
Han llegado esos días en los que con un gesto de cariño, afectuoso, nos despedimos de quienes vamos a volver a ver en unos días acompañando la despedida de un deseo de amor, de dinero, de salud, o de una combinación de los tres, deseos sinceros supongo, al menos en su gran mayoría.
Ya no recojo Christmas del buzón, ahora las felicitaciones llegan al móvil o al ordenador, pero este año me han llegado cartas con otros deseos, por ahora me han llegado los de Mariano, los de Pedro y los de Albert, seguramente me llegará alguna carta más estos días, de momento he visto que coinciden en desear más trabajo, menos impuestos, garantizar las pensiones de nuestros mayores, ofrecer una sanidad y una educación de calidad, una España más unida de lo que algunos quieren y menos corrupción de la que ha habido, pero tengo que decirles que he echado en falta un deseo, que si me permiten y dadas las fechas voy a desearles a todos los aspirantes a presidir este país: capacidad de diálogo, aunque alguno de ellos sea presidente por mayoría, cosa que parece poco probable, no será el presidente elegido por todos, y todos tenemos derecho a ser representados, pues nuestras opiniones son legítimas más allá de nuestro voto. Deseo que los políticos que trabajen para los españoles los próximos cuatro años tengan capacidad de escucha, creen espacios para el diálogo y hagan del diálogo una costumbre, pues las costumbres hacen leyes y no estaría mal que las leyes naciesen del diálogo, ¿no cree?