Los bartolomicos salmantinos fueron predecesores de los pilaristas actuales.
Las vacaciones navideñas que vacían de estudiantes los Colegios Mayores de la ciudad, dan pie a evocar prósperos tiempos lejanos, cuando la Universidad era centro del universo cultural y acogedora de ricos estudiantes procedentes de lugares próximos y lejanos de esta ciudad de acogida, que se alojaban en pupilajes, colegios, gobernaciones, mesones y compañías, dependiendo de sus posibilidades económicas, gustos e intereses.
La mayoría de estudiantes optaba por residir en Colegios, ya que en la ciudad abundaban este tipo de alojamientos, llegando a tener Salamanca treinta y un Colegios, de los que once eran Religiosos, destacando los de San Esteban, San Benito y San Agustín. Contaba con doce Colegios Menores de diferente configuración, sobresaliendo tres de ellos por el elevado número de alumnos que tenían entonces: Trilingüe, Olivete y Concepción. Los cuatro Colegios Militares que existían llevaban los nombres de: Santiago, San Juan, Calatrava y Alcántara.
Pero entre todos los colegios asentados entonces merecían especial atención y privilegio los cuatro Colegios Mayores que más fama dieron a la ciudad: el Colegio Viejo, de San Bartolomé o Anaya al ser fundado por Don Diego de Anaya y Maldonado en el año 1401, que era el más antiguo de todos y el primero que se abrió en el mundo castellano, imitando al Colegio de San Clemente de Bolonia.
Los estudiantes de este Colegio, llamados "bartolomicos", ocuparon los puestos más destacados en la Corte, Gobiernos, Consejos, Juzgados y Administraciones, siendo emulados actualmente por los famosos "pilaristas" del colegio madrileño El Pilar, de donde han salido tantos hombres públicos, conocidos por todos los españoles, desde Gata a Finisterre.
A este Colegio, se sumaban el de Cuenca, promovido en el año 1500 por Don Diego Ramírez; el Colegio de Oviedo, patrocinado en 1517 por Don Diego de Muros; y el del Arzobispo, fundado en 1521 por Don Alonso de Fonseca.