Lo descubrí un día en el instituto. Estaba informando a los alumnos de Bachillerato sobre el acceso a la universidad que les esperaba, los Grados que tomaban el lugar de Diplomaturas y Licenciaturas, etc. y les preparaba para los cambios que se avecinaban? cuando reparé en que ellos no tenían noticia de lo anterior, que no sabían de qué les hablaba, que yo estaba cometiendo un error al enfocar así la charla. Sé que puede parecer banal pero me percaté entonces de que para comprender el presente y prepararse para el futuro inmediato los seres humanos no consideramos el pasado.
No quiero sentirme como un ensayista de pro emulando a Tony Judt ni mucho menos pensar que puedo acuñar nuevos términos como Zygmunt Bauman y su realidad líquida pero diría que lo que en realidad percibe el ser humano es una realidad congelada. Qué podía importarles a mis alumnos que antes los créditos universitarios fueran de 10 horas si ellos se iban a enfrentar a los de 25 horas. Qué peso tiene en la decisión que va a tomar una mujer que va a votar el que le digan que antes las mujeres no votaban y gracias a la lucha iniciada por las sufragistas puede hacerlo hoy. Qué puede preocuparle a esa persona que descubre y acepta, o no, su homosexualidad que le informen de que unos años atrás habría recibido todo tipo de rechazos si se hubiera atrevido a manifestarlo. Qué le importa a los ciudadanos que se sienten los protagonistas del nacimiento de una nación (Griffith rodó su epopeya con una óptica que ahora nos avergonzaría) los datos de la historia que hablan de pasados comunes u orígenes inciertos allá en la Edad Media. Antes antes antes antes se hacía así, antes había esto, antes había lo otro. No lo utilizamos para definir nuestro ahora.
Vivimos en una sociedad sin memoria y no me siento capaz de valorar si eso es bueno o malo. Ya sé que alguien dijo cosas como que "Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla" pero no sé cuanto tiene de verdad tal aserto pues incluso esa idea de pueblo a lo largo de la historia me parece confusa. Nacemos en el seno de una familia, en un mundo lleno de tradiciones pero creo que desde que un ser humano adquiere conciencia de sí mismo reclama para sí el derecho de enfrentarse a ese mundo, de conquistarlo, de poseerlo. Y no le afecta que le digan que antes de él ese mundo era conquistado, poseído, de otra manera por otros.
Tengo el mismo pálpito cuando en mi trabajo les digo a mis alumnos que la enseñanza que reciben en apenas unos años les permite tener en su mano, en su mente, la historia del pasado de la humanidad y así no tienen que volver a descubrir la rueda. El mundo congelado que percibimos incluye por ejemplo los libros que leemos y que entendemos con las claves actuales (¿sigue teniendo sentido insistir tanto con El Quijote cuando los alumnos ya han leído novelas que siguen los cánones que Cervantes fijó y, al no notar en él nada especial -pues no conocían la novelística anterior- apenas se quedan con la anécdota divertida?), afecta a las películas que vemos por lo que sólo nos sorprenderán las que resulten novedosas una vez que lo que significó La diligencia de John Ford ya nos es indiferente y sólo interesa a los estudiosos. Qué me importa que antes no hubiera leche uperisada y hubiera que hervirla si yo ahora la estoy vertiendo desde un tetrabrik. Estoy aquí para enfrentarme a lo que veo no a lo que otros vieron, para buscar soluciones a lo que me encuentro como otros las encontraron a sus desafíos. No nos sirven las estadísticas de partidos de fútbol ganados o perdidos a la hora de calzarnos las botas para ganar este que jugamos hoy, como no sirve saber que el dado que sostienes en tu mano ha rodado miles de veces porque lo que tú necesitas ahora es saber si va a salir un cinco.
Mientras me espetan que para qué va a servirles saber quién fue el rey que sucedió a Pedro el Cruel, mis alumnos escuchan indiferentes mis batallitas de que en el cole antes te atizaban bofetadas que te dejaban la oreja caliente y silbándote el oído, o golpes con la regla de madera (el plástico aún no se estilaba) en las puntas de los dedos y en el insti tenías que pasar las temidas reválidas de 4º y de 6º que a tantos dejaban fuera del camino. A ellos qué más les da, ¿las tendrán que pasar ellos?, eso sí les preocupa.Los nuevos candidatos a comandar la política española consideran vieja una Constitución con 40 años, proclaman un tautológico ahora es ahora y los entiendo perfectamente: viven en una realidad congelada. No solo es que no haya futuro es que no hay pasado, de nada sirve que nos digan como eran las cosas antes de nosotros. No repetimos ni dejamos de repetir la historia, creamos la nuestra, no somos marionetas sostenidas por las manos del pasado, somos protagonistas, o eso queremos creernos, nuevos adanes, nuevas evas.
Me nació hoy una sobrina que llamarán Eva, la primera mujer. Su mundo es de ella.