César Luena, Antonio Hernando, Patxi López, Meritxell Batet ? Lo más granado de la dirección que encabeza Pedro Sánchez ha desfilado o desfilará por Castilla y León a lo largo de la presente campaña electoral. Junto a ellos, referentes como Eduardo Madina, emergentes comoEmiliano García Paje y un surtido ramillete de viejas glorias, desde José Luis Rodríguez Zapatero, que cerrará la campaña en Valladolid, a Alfonso Guerra, que hará lo propio en El Bierzo, pasando por José Bono o Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero en la selección llama la atención una ausencia: el portavoz socialista en el Senado y ex secretario autonómico del PSOE, Óscar López, quien, salvo imprevistos, no hará campaña en este comunidad autónoma a la que tanto debe (mayormente, ahora mismo su escaño en la Cámara Alta).
Desconoce "El topillo" si la omisión obedece a una decisión propia o la ha tomado Ferraz consciente de que la presencia de López en Castilla y León, lejos de sumar, podía espantar a cierto sector del tradicional electorado socialista que no guarda precisamente el mejor recuerdo de su desdichado paso político por esta comunidad.
De lo que no cabe duda es de que López goza de la absoluta confianza de Sánchez, quien no por casualidad le ungió primero como secretario del grupo parlamentario y después como portavoz socialista del Senado, en ambos casos previa designación -no exenta de polémica interna- de senador autonómico por parte de las Cortes de Castilla y León. Al igual que ocurrió en los debates electorales mantenidos con Mariano Rajoy por Zapatero (2008) y Rubalcaba (2011), López ha vuelto a ejercer de máximo asesor del candidato socialista en el debate televisivo a cuatro emitido el pasado lunes por las dos candenas de Atresmedia.
Él fue quien dio las instrucciones previas y quien cambió impresiones con Sánchez durante los dos tiempos muertos del debate. Y además de eso, fue el representante socialista en el posterior "debate sobre el debate" celebrado a continuación en Antena 3 TV, en el que defendió a capa y espada, faltaría más, que su jefe de filas había sido el ganador, percepción que por cierto no ha sido compartida por la mayor parte de la opinión pública y publicada.