OPINIóN
Actualizado 09/12/2015
Fernando Segovia

Piensa uno que está hablando del mundo, de la sociedad en general, de la política, la economía, la religión, el arte, y lo que hace en realidad es hablar siempre de uno mismo. Ese es el monotema de cada cual. Y nadie se salva.

   No hay asepsia posible en los comentarios. Ni la noticia escueta dada en cada medio tiene esa limpieza. Todo tiene un matiz desde el momento que se elige (esa foto, esa noticia y no otra, esa palabra para definir). Y todo eso conlleva un riesgo. Tanto como definirte. Aquello de Ramón J. Sender que quien te conoce te limita. Y de quien te define, te mata.

   No creo yo que el asunto llegue a tanto. Que no. Pero en este escaparate de opiniones en que la red (y todo lo que se atrape en ella) se convierte, ayuda a conocer y limitar más. Uno es lo que piensa (y lo que dice que piensa, o lo que parece que piensa). Y eso que antaño se podría esconder más y mejor, hoy se proclama abiertamente por todos lados. Me gusta tal lugar o tal cosa. Odio tal persona. O estas son mis fotos y opiniones. Ahí me tenéis, fichadme. Parecemos pedir. Todo eso que habla a las claras abiertamente de cada uno. Así que las etiquetas se pueden colgar de inmediato a cada cual. Mucho más fácil para los sociólogos, analistas de opinión y expertos en marketing. Todo el rebaño universal se puede cuantificar y compartimentar mucho mejor. Está todo en el mismo redil. Nos hemos dejado atrapar gustosa y voluntariamente en esta red tan tupida, atrayente, universal y expuesta, para exhibirnos compartiendo. Para predicar, para decir aquí estoy yo (aunque poco tengamos que decir), para intentar demostrarnos que juntos somos (o podemos ser) democracia. Ahora lo que no sé bien del todo es si en toda esta vorágine de opiniones somos más libres que antes. Yo me permito dudarlo. Pero soy así de raro. Y lo digo.

Leer comentarios
  1. >SALAMANCArtv AL DÍA - Noticias de Salamanca
  2. >Opinión
  3. >Uno mismo