Los textos de pensadores españoles contemporáneos como Ortega, Machado, Unamuno, Aranguren, y de otros pensadores contemporáneos como Popper, Weber, Sartre, Marcuse o Huxley descansan tranquilos en las estanterías y ya no alimentan el pensamiento. Tampoco afloran nuevos grandes pensadores o líderes que aporten la chispa que nos aglutine a la hora de actuar. A finales del 2015 ¿Quién cree en las ideas? o lo que es peor ¿Quién las conoce o las tiene? justo es pensar que la juventud, esos hombres del tercer milenio tienen pendiente la más difícil de las asignaturas: "Renovar la sociedad".
Los valores como el amor a la patria, el honor, la voluntad, el servicio a los demás, el sacrificio también están en entredicho, al igual que las personas que los defienden, incluso son ridiculizados por la sociedad que no es más que la receptora de actitudes fraguadas desde la política, los nacionalismos, el falso progresismo, en pocas palabras desde la desidia del que propone pero no aporta ni realiza, tan sólo tapa sus defectos y su inoperancia, en pro de la legitimización de un Estado utópico, que no da soluciones, desde el que se tiene que adoptar posturas que destruyen conceptos como Estado, Nación o Patria. Flota la idea de que esta sociedad tiene la fragilidad de una pompa de jabón, y que la prosperidad puede volarnos de las manos. Con ideas como ésta es inevitable que el dinero tenga un valor supremo. O que podemos aliviar nuestros fracasos y miedos profundos viendo en el cine cómo en una lejana galaxia se suceden un avatar o un ídolo prefabricado tras otro que propone lo que queremos oír antes de desaparecer en una vorágine de efectos especiales.
El interés por los valores y las virtudes suele decaer en tiempos de bonanza económica y paz social. Pero reaparece cuando las situaciones no pueden solucionarse por el conocido "laissez faire". El mundo de los valores y las virtudes está hoy amenazado por dos frentes el del relativismo y la asimetría.
El efecto del relativismo dominante es particularmente perverso, porque la consideración falaz de todas las opiniones como igualmente respetables y defendibles conduce a un panorama horizontal sobre el que nada destaca, ya que la asunción de las verdades de todos en plano de igualdad priva de argumentos y conduce a no defender la propia. La asimetría en valores sería la inmigración no integrada, el olvidar nuestras raíces culturales, los nacionalismos excluyentes, el republicanismo de izquierdas que no el democrático, el descristianizar la sociedad cuando sin lugar a dudas la civilización occidental es producto de dicha fe, las mal definidas misiones de guerra o paz, los daños colaterales, la desmembración del Estado, hacer verdad de la mentira, etc.
Los valores como los que encarna la monarquía, la democracia, y el cristianismo están fundados sobre certezas y por tanto son enemigos del relativismo, no obstante el mundo es muy complejo y a pesar de un fuerte componente de historicidad, nuestra sociedad es cambiante y dinámica. Las virtudes se predican de las personas, pues son una cualidad moral estimada, y se consolidan con la aplicación práctica de los valores. En síntesis los valores importan al conjunto y las virtudes son una cualidad personal de individuo, siendo los instrumentos necesarios para la efectiva realización personal y ejemplo para la sociedad. El valor y virtud son imprescindibles para construir todos a una nuestro futuro.