Cada vez me da más miedo Emilio, el dueño y camarero del bar donde tomo mi chato de vino antes de comer. Él, tan conservador de toda la vida, tan "popular" desde los tiempos de Fraga, anda a greñas con sus siglas y con su ideología, y guiña el ojo derecho a Rivera, no por convencimiento sino por desencanto.
Emilio es de esos votantes que va a cambiar de bando, o mejor dicho, de centuria, que el bando sigue siendo el mismo.
Emilio forma parte de ese ejército desencantado, porque sus líderes y su ideología dicen una cosa, pero la realidad y su economía dictan lo contrario.
La puntilla se la ha dado el eslogan que ha escogido don Mariano, eso de que se toman en serio a España. A España, dice Emilio, puede, pero a los españoles hace mucho que nos toman por el pito de un sereno, subiéndonos los impuestos, bajándonos sueldos y prestaciones, haciéndonos pagar por los medicamentos y privatizando la sanidad? Y no es serio.
"Los españoles nos merecemos algo nuevo, algo fresco", dijo Emilio. Y un rancio olor a naftalina invadió todo el bar cuando pronunció la palabra Ciudadanos.