"Contienda o bulla ligera y sin transcendencia", eso es lo que dice la RAE en su diccionario que es un rifirrafe. Y aunque alguien me ha dicho hoy delante de una hermosa mujer que yo soy muy de rifirrafe ordinario, en plan bulla y ligera y sin trascendencia de cada día dánosle hoy, pues me he asomado al DRAE de los académicos para cerciorarme del significado profundo de este palabro con origen onomatopéyico. Y no. Aunque reconozco que puede parecer lo contrario. Porque sí es cierto que soy muy de discusión, debate y disputa. Hasta de pelea, riña y batalla. Y pudiera parecer que, por mi forma de ser, se tratara de reyertas, diatribas y disputas sin trascendencia. Y no. Eso sí que no.
El rifirrafe tiene en sí mismo un no ir más allá. Un quedarse en algo superficial, sin importancia. Y a mí me gusta pelear, batallar y polemizar dándole la vuelta al significado del término, del rifirrafe. A mí lo que me sale del alma -y no puedo remediar-, es el discutir de cosas importantes, profundas y trascendentes como si no fueran tal. De ahí que no culpe al que piense que cuando me meto en un fregao es sólo por mi afán de polemizar, de meter el dedo en el ojo y tal. Que algo hay, no digo que no.
Entiendo que no es fácil saber lo que uno sabe, sentir lo que uno siente y pensar lo que uno piensa si constantemente me opongo a todo, expongo sobre la mesa la excepción que resquebraja cualquier argumento y exagero hasta alcanzar el surrealismo más absurdo el punto de vista con el que no comulgo. Sí, lo sé, es el mundo al revés. Pretender que la contienda y la bulla ligera tenga trascendencia es llevar la contraria a los que limpian, fijan y dan esplendor. O simplemente es que yo no soy tan de rifirrafes, que yo soy más de polémicas, de controversias, de disfrutar de la discusión derrochando coraje aunque sea defendiendo lo contrario de lo que me dicta el corazón, de lo que tengo claro en la cabeza, de lo que he argumentado en mis adentros pasándolo por el filtro de la razón.
En resumen. Que nada de rifirrafes. Que soy un polemista insaciable. Que a veces las formas, el camino, los medios, echan a perder mis ideas, mis convicciones, mi destino. Y si no estoy de acuerdo con algo, no lo firmo.