En Dresde, allá por 1933, tuvo lugar una de las primeras manifestaciones nazis convocadas por las "camisas pardas" alemanas. La "Sturmabteilung", los "grupos de asalto", las feroces SA, entonces, se pasearon por el barrio burgués, Weisser Hirsch, coreando consignas en contra del socialismo, del comunismo y, sobre todo, en contra de la raza parasitaria y corrompida: los semitas. ¡Juden raus¡ ¡Fuera judíos¡ Allí, al final de esa turbamulta, un judío acompañaba el cortejo enarbolando un cartel fijado a un largo palo, el letrero ponía: "¡Nosotros fuera¡" No es broma, es cierto. Esta anécdota la cuenta Victor Klemperer en el LTI (Lingua Tertii Imperii). Apuntes de un filólogo, a su vez judío y profesor de Universidad, que analiza con suma precisión el lenguaje de una época que va de 1933 a 1945 en la Alemania hitleriana. "El lenguaje es más que sangre", decía Franz Rosenzweig. El lenguaje forja identidades y deshace identidades sean colectivas o personales. El lenguaje valora, discrimina, ensalza o condena de manera irremediable. El lenguaje se mama, no se razona. Es una moda. Dura lo que dura, un suspiro. Durante doce años en aquella Alemania los términos más "sacrosantos" eran "pueblo" (Volks) y "linaje" (Sippe). El "diálogo" implicaba debilidad y se sustituía, a la hora de establecer una relación colectiva, por otro sustantivo más expeditivo: "asalto" (Sturm). La suprema, la más honrosa ocupación viril residía en ser "guerrero" (Kämpferisch). Los que no tenían el privilegio de ser arios eran "subhumanos" (Untermenschen) y merecían ser tratados como "cosas o mercancías" (Stücken) susceptibles de ser "liquidados". Allá arriba, en la cúspide semiótica se situaba la figura del "caudillo", el Führer, un predestinado que gozaba de "visión cósmica", de una Weltanschauung. Nuestro pequeño judío, el de la pequeña pancarta y largo palo, hizo suyo el lenguaje de los vencederos. "Yo soy alemán, aún más, soy luterano ?se dice- si bien mi apellido impuesto es judío: Eselskopf (Cabeza de asno). Me digo y proclamo: ¡Deustchland über alles¡ Alemania por encima de cualquier consideración". El muy necio no supo distanciarse de los "palabros" al uso y terminó inmolándose. La historia se repite. Hoy el "pueblo" da paso al "mercado" y el "linaje", al "accionista o propietario". Hoy no se "asalta", se "desahucia" y se "pone de rodillas" al moroso. El "guerrero" se trasmuta en "banquero", el "ario", en "millonario" y el "subhumano" en "pobre, indigente, parado, refugiado, moro, negro, sudaca o perroflauta". Las "cosas o mercancías" devienen en "usuarios o consumidores". Entonces, a los primeros los gaseaban y hoy a los mismos los esquilman ¡Por fin¡ Ayer había "caudillos" y hoy "personeros". Quiero decir, políticos que no nos representan. Para terminar, ayer algunos necios enarbolaban carteles con el lema "Nosotros fuera" y hoy otros necios enarbolan las mismas pancartas con los mismos lemas, "Nosotros fuera".