Por Rodrigo Del Castillo Medina, joven de 29 años, 'speaker', presentador y natural de Villoruela
Ya no hay besos
y abrazos sin permiso,
ruidos de motos,
no quedan ilesos
en el paraíso
sin zapatos rotos.
Hay falta de alma
que el diablo comprara
con nuestra visa,
falta la calma
que hoy frenara
todas las prisas.
No tenemos gafas
que distingan gorriones
entre los pavos.
Abran garrafas
de tequila, cojones,
rosas y clavos.
Tenemos un luego
muerto de espera
en el horizonte.
Inventa ese juego
que encienda hogueras
y paseos por el Sacromonte.
Busquemos esa luz
que alumbra el faro del puerto,
no cargaré con la cruz
y sí con mariposas en el corazón
camino del huerto,
con un azul destiñendo marrón,
con esta piel de hojalata,
maldita farra de muertos,
maldita vida que mata.
Escribir versos
que paren balazos
por las esquinas,
sean fuertes los huesos
que entierren el mazo
de la rutina.
Dónde está el plano
de la isla secreta
con hadas madrinas;
caricias de manos
a la trompeta
que lleva sordina.
Que alcen las voces
los que regalan,
antiguos amigos.
Bendito sea el roce
de dedos que resbalan
por el ombligo.
Discúlpeme y pase,
espérame, te espero
y te has ido.
Nunca tuve clase
para gritar te quiero
sin ser querido.
A dónde se fue la edad
dulce de la inocencia,
carnavales sin disfraz,
quién va a creer en Dios
si no hay paz por herencia,
con un azul destiñendo marrón,
con esta piel de hojalata,
maldita fe sin conciencia,
maldita vida que mata.
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