OPINIóN
Actualizado 04/12/2015
Juan Robles

En estos últimos tiempos está en el candelero de la información, de la reflexión y aun de la acción el mundo musulmán. Es verdad que lo que está verdaderamente en el pensamiento, y en el temor y la preocupación de todos, es la tendencia yihaidista del islam, pero ésta no puede ser contemplada fuera del contexto musulmán general.

En ese sentido, ha sido notablemente importante el viaje del Papa Francisco a África, concretamente a Kenia, Uganda y República Centro Africana. Este viaje era un reto y un desafío, por no decir que se trataba de una auténtica provocación. No eran pocos los que temían que pudiera ocurrir cualquier accidente o atentado contra la persona misma del Papa.

El Pontífice centraba su mensaje en el perdón, la reconciliación y la cooperación conjunta para superar las situaciones de deficiencia y de pobreza. Y para lograr la mejor situación de convivencia entre pueblos, tribus y religiones.

Es en ese ambiente en el que se sitúa la visita del Papa a la Mezquita principal de Koudoukou en Bangui (República Centroafricana).

Pocos días antes El papa Francisco había dicho que Occidente ya está en guerra... una especie de "tercera guerra mundial".

Sabemos que el Papa tiene, los tenía ya antes de venir al Vaticano, algunos amigos musulmanes. El Papa conoce de cerca la realidad religiosa del islam. Pero el Papa considera amigos a todos los musulmanes.  En el encuentro en la Mezquita de Bangui, comienza llamando amigos a los musulmanes: Queridos amigos, representantes y creyentes musulmanes.  Es interesante cómo se dirige él a todos los creyentes musulmanes y no sólo a sus dirigentes o representantes. Y enseguida les expresa gratitud por su afectuosa bienvenida. También confiesa enseguida que su "visita pastoral a la República Centroafricana no estaría completa sin este encuentro con la comunidad musulmana".

"Cristianos y musulmanes somos hermanos ?les dice. Tenemos que considerarnos así, comportarnos como tales". Y añade que los hechos violentos ocurridos recientemente no tienen fundamento precisamente religioso. "Quien dice que cree en Dios ha de ser también un hombre o una mujer de paz".

El Papa cree en la posibilidad y la conveniencia de que todas las religiones estén unidas en la convivencia y en la superación de todo tipo de violencias: "Cristianos, musulmanes y seguidores de las religiones tradicionales, han vivido juntos pacíficamente durante muchos años. Tenemos que permanecer unidos para que cese toda acción que, venga de donde venga, desfigura el Rostro de Dios".

"Juntos digamos «no» al odio, «no» a la venganza, «no» a la violencia, en particular a la que se comete en nombre de una religión o de Dios. Dios es paz, Dios salam " .

Ese trabajo por la unidad y la colaboración entre las religiones y culturas diferentes, no sólo será útil para Centroáfrica, sino para todo el continente: "Los animo vivamente a trabajar para que su país sea una casa acogedora para todos sus hijos, sin distinción de etnia, adscripción política o confesión religiosa. La República Centroafricana, situada en el corazón de África, gracias a la colaboración de todos sus hijos, podrá dar entonces un impulso en esta línea a todo el continente".

Y termina con una exhortación a los "amigos" y "hermanos" que podríamos considerar dirigida a todos nosotros: "Queridos amigos, queridos hermanos, los invito a rezar y a trabajar en favor de la reconciliación, la fraternidad y la solidaridad entre todos, teniendo presente a las personas que más han sufrido por estos sucesos" violentos. Que así sea.

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