Tienes la mirada de un muñeco de peluche, el gesto amable y el pelo suave.
Estás y no estás, desconozco tu mundo interior, tiene que existir, porque tu corazón late, mas el misterio te envuelve con dulzura.
Habitas en la linde entre la luz y la sombra.
Recuerdas a aquél muchacho que después de todo un año dijo: "hola".
Me seduces, me conquistas y apenas sé de ti, bailaremos los martes, paso a paso, tu ritmo será mi ritmo y la huella de tu abrazo será mi abrazo.
Si un día decides levantar el muro de silencio, estaré atento, escucharé tus tambores, volaré en tu alfombra mágica, si me tiendes tu mano.
Tu llave está en algún lugar, cabalgaré hasta encontrarla, como aquél que buscó en todo un reino la camisa de un hombre feliz y halló un simple jubón.
A los silencios que hablan.