Llega la Navidad y con ella las deseadas vacaciones que nos ayudan a romper con lo cotidiano. Aunque me temo que estas navidades van a ser un poco extrañas, al coincidir por primera vez en España, unas elecciones generales con la navidad. El presidente del Gobierno Mariano Rajoy en una clara muestra de insensibilidad, a la que ya nos tiene acostumbrados, se ha empeñado en amargarnos el periodo vacacional convocando elecciones generales. No le ha bastado martirizarnos estos cuatro años con recortes y subida de impuestos, sino que también, ha tenido que contribuir a desestabilizar la navidad intentando cambiar el espíritu navideño por el espíritu electoral.
¿Porqué éstas fechas? Seguro que si lo analizamos detenidamente esta maniobra favorece al partido popular, pero no vamos a entrar a abordarlo, porque la mayoría de ciudadanos conocen sobradamente los motivos. Pero lo que es seguro, en cualquier caso, es que a muchos se les puede atragantar el turrón, sobre todo a aquellas personas sin trayectoria profesional muy dependientes de las cúpulas de sus partidos que han hecho de la política su forma de vida.
Es evidente que la carrera y la puja por el poder ha comenzado. Ya se están midiendo las fuerzas bombardeándonos con diversos programas electorales y agotadoras estadísticas partidistas. Dentro de unos días mezclaremos la decoración navideña con carteles electorales y ruedas de prensan de políticos con actividades solidarias de diferentes organizaciones. En las comidas y cenas de navidad con familiares y amigos estará muy presente la política pero, ¿hasta qué punto? puede ser que los ciudadanos, saturados de campañas electorales, miremos con más indiferencia este proceso.
Una vez conocidos los resultados electorales estaremos muy pendientes de las sorpresas que se puedan dar ante los diferentes escenarios de pactos que garantizarán el gobierno del país, pues los nuevos tiempos en política han acabado con las mayorías absolutas.