OPINIóN
Actualizado 03/12/2015
Víctor Hernández

El objetivo de muchos compositores es crear una melodía pegadiza que se grabe tan a fuego en nuestro cerebro que sea imposible soltarla. Cuando esto ocurre, para la gran mayoría, es un suplicio conseguir dejar de tararearla.

Pues bien, entre todos los estudios que se llevan a cabo en el planeta, uno de ellos ha demostrado que hay una manera un tanto peculiar para sacarnos esos compases de nuestra cabeza.

La investigación, que ha sido publicada en Quarterly Journal of Experimental Psychology, afirma que la solución a este "problema" se encuentra en algo tan conocido como el chicle. Los científicos de la Universidad de Reading (Inglaterra), se dieron cuenta que el movimiento que realiza la mandíbula cuando masticamos chicle es el mismo que se hace al hablar, es decir, se utilizan las mismas habilidades motoras, y esto, puede detener la formación de recuerdos musicales un tanto molestos.

Esta investigación se basó en tres experimentos. En ellos se demostró que masticar chicle reduce la memoria musical porque activa la memoria del habla. No debemos entender con esto que al mascar chicle se está suprimiendo la inteligencia musical, simplemente se hace más difícil mantener la concentración.

No obstante, otros estudios realizados en cuanto al chicle y a la concentración han concluido que masticarlo antes de realizar una tarea que requiere una mayor atención, como por ejemplo, antes de un examen, puede ser beneficioso, y no tanto masticarlo durante la realización de dicha tarea.

Ahora ya podéis ir a los mítines políticos sin tener miedo a salir tarareando esas melodías del demonio.

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