El laicado ha cambiado mucho desde el Concilio Vaticano II (1962-1965), éste ha modificado profundamente la presencia de los laicos en la Iglesia y en el mundo, donde muchos se sienten comprometidos a llevar su ser cristiano a todos los ámbitos de su vida. Hoy se pueden ver ahora muchos laicos que estudian teología, no como primera carrera profesional, que participan en grupos Bíblicos o de formación catequética, así como una mayor presencia en los consejos pastorales de Parroquias y Diócesis, y con nuevas formas de colaboración con los ministerios ordenados. En este aspecto se han instaurado ministerios encomendados a laicos que en muchas comunidades parroquiales se hacen necesarios allí donde no llega el sacerdote, sustituyendo a éste, siempre que no exija la presidencia del sacramento de la eucaristía. En muchas comunidades de países jóvenes de África, Asia y América, son los laicos los que están difundiendo el evangelio y sobre todo las mujeres, como catequistas y madres.
Dentro de esta nueva situación del laicado en la Iglesia está ser laico dominico, cristianos que viven su Bautismo y su fe cristiana, pero que se incorporan la Orden de Predicadores mediante una promesa y un carisma determinado, sin perder su vida en la Iglesia y en colaboración con otros grupos apostólicos. Un laico dominico es una persona que habla con Dios o de Dios, fórmula introducida por Santo Domingo en 1220, de ésta contemplación o diálogo interior con Dios, surge la necesidad de comunicar lo contemplado, de compartir esa contemplación. Un laico dominico no vive en paralelo o bajo los frailes, aporta a la Familia Dominicana una visión diferente desde su autonomía, pero con la misma raíz de un carisma compartido: Comunidad y fraternidad, oración, estudio y predicación.
Desde ese entrelazado vital, los laicos ayudan a las distintas ramas, monjas, frailes y hermanas, a mantener el equilibrio dominicano, para que lo específico de nuestro modo de vivir laico no se desnivele. A las monjas dominicas les recuerda que su vida de oración y contemplación es siempre apostólica. A los frailes les subrayan del peligro de intelectualismos personales o ideológicos, les recuerda que el Dios de la vida en la vida aquí y ahora. Pero el laico necesita de la compañía e intercambio de monjas y frailes, necesitan saber y practicar que la oración da sentido a su vida, que es importante la Eucaristía, los sacramentos y la reflexión de la palabra, también la fidelidad como dominicos seglares.
Los laicos dominicos se agrupan en fraternidades laicales abiertas a cuantos se sientan llamados a ser predicación viva de la Palabra, ya que el amor es el núcleo de la vida cristiana como anunció Jesús, y desde éste desarrollar aspectos como la acogida, el perdón, búsqueda de la verdad, de diálogo, la fe con otros, la misión compartida, que supere el individualismo de nuestras sociedades. Esta vida en fraternidad tiene una larga historia en la Orden Dominicana, que comienza en 1285 cuando se estableció la primera regla de laicos por Fr. Munio de Zamora, Maestro General de la Orden en ese año. En ella se afirma que el seglar que entra en la fraternidad, como hijo predilecto de Santo domingo, sea imitador y propagador celoso, conforme a su propio estado, de la verdad de la fe católica. Se fijan las condiciones para ser admitidos, se da a los hermanos los colores del hábito dominicano, una fórmula de profesión, se enumeran los actos comunitarios en los que se deben participar y se determina su modo de gobierno. En un primer momento se incorporaron como laicos principalmente mujeres, muchas de ellas penitentes que se agrupaban en lauras u viviendo aisladamente, recibiendo el nombre hermanos y hermanas de la penitencia de Santo Domingo, que desde el capítulo de Aviñón de 1481, recibirá el nombre de Orden Tercera de Santo Domingo.
La regla de Munio de Zamora fue actualizada en el año 1917 bajo el Maestro Fr. Luis Theissling, con el nombre de Regla de Orden Tercera, añadiendo la especificación de seglar, para señalar que se trataba de los seglares que viven con sus familias y de Congregaciones de hermanas dominicas, que cuentan con sus propias constituciones. La llegada del Concilio Vaticano II, invita a la renovación del laicado, la Orden dominicana propuso una actualización, que se produce en el Capítulo General de Santafé en Bogotá en el año 1965. Se redacta una nueva Regla de las hermandades seglares de santo Domingo. Esta fue aprobada para tres años en el Capítulo de River Forest en el año 1968. La sede Apostólica dio su aprobación en el año 1972 y confirmada en el Capítulo celebrado en Roma del año 1983. El capítulo comisionó al Maestro a formar un congreso internacional de laicos de santo Domingo, con el objetivo de adaptar y renovar las reglas de las fraternidades de laicos dominicos. Esto se produce en el año 1985, con una nueva redacción, que realiza pequeños retoques a la anterior. Se aprueba definitivamente en Roma, el día de Santo Tomás de Aquino del año 1987.
En el Congreso Internacional de laicos dominicos de Buenos Aires (2007), se trabajaron los Estatutos de los laicos de la Orden de Predicadores su implantación y eficacia en todo el mundo. El 15 de noviembre de 2007 en fiesta de san Alberto Magno, el Maestro de la Orden Fr. Carlos Azpiroz promulga las Declaraciones específicas a la Regla de los Seglares Dominicos obtenidas del Congreso de Buenos Aires, que entrará en vigor el 8 de agosto 2008, solemnidad de Nuestro Padre Santo Domingo.
En el 2013, se realiza un nuevo Directorio para la rama laical, con el fin de impulsar la renovación e implantación de la rama laical de la Orden de Predicadores en el territorio de España, las Provincias de la Fraternidad Laical de Santo Domingo reunidas en el Consejo Nacional decidieron renovar su Directorio. El nuevo directorio había sido objeto de estudio y aprobación por parte de las fraternidades españolas, en un proceso largo y laborioso que se ha llevado a cabo durante los últimos años. El nuevo Directorio Nacional de la Fraternidad Laical de Santo Domingo para las Provincias incluidas en el territorio de España y todas sus fraternidades, se aprobó en Madrid, el 4 de junio de 2013, fiesta de San Pedro Mártir.
Actualmente hay unos 100.000 laicos dominicos repartidos por todo el mundo, participando desde sus fraternidades en la misión de la Orden, muchos de ellos haciendo presente el Evangelio en lugares conflictivos y arriesgados como en muchas comunidades de África o Asia, donde resulta muy difícil el testimonio de frailes o clérigos. Predican desde su condición de laicos alimentando su fe desde la oración y la contemplación, profundizando en ella con el estudio y encarnándola en la compasión.
Pero quedan mucho camino por recorrer, ya que hasta ahora no ha sido su participación plena en todas las realidades eclesiales, les deberá corresponder una mayor participación en las realizaciones, en procesos de organización y decisión, asumir más servicios y ministerios, no sólo en caso de necesidad como tapagujeros por la falta de clero, sino de forma independiente a esa situación. Como laicos dominicos, éste tiempo de jubileo y de 800 años de la Orden no es sólo es un motivo de la alegría, sino para fortalecer nuestro sentido como predicadores y recrear un tiempo de renovación, como nos recordaba Bruno Cadoré, Maestro de la Orden. Pero sobre todo queremos ser "Enviados para predicar el evangelio", un envío que proviene de nuestra identidad como dominicos, pero sobre todo, por el ministerio de nuestro bautismo.
No tendré que saltar sobre el vacío
para llegar al borde de tus manos
o poner en tu pecho mi cabeza.
Más dentro estás de mí que lo más mío.
Conozco más tu voz que a mis hermanos.
Que es más cierta tu fe que la certeza?
José Luis Martín Descalzo, "Lo que veo", El testamento del pájaro solitario