Ya sabemos que, llegado el trance de la citas con las urnas, queda suspendida temporalmente la graduación política entre "adversarios, enemigos y compañeros de partido" que unos atribuyen a Giulio Andreottiy otros a Konrad Adenauer (y que no desmerecería en el repertorio de Pío Cabanillas, autor de la no menos célebre advertencia de "Al suelo, que vienen los nuestros").
Si no fuera porque ya estamos vacunados, producirían sonrojo los efusivos abrazos en los que se funden en coyuntura electoral algunos conmilitones que, no pudiéndose ver ni en pintura, no dudan en intercambiarse elogios en alegre camaradería. Buena muestra de esa impostura fueron los arrumacos que Mariano Rajoy y Juan Vicente Herrera exhibieron hace algunas semanas durante el extraño viaje del primero al municipio de Béjar. "Queremos seguir trabajando contigo, eres el presidente que España necesita", le dijo Herrera a Rajoy sin ruborizarse lo más mínimo.
Después de aquello, a nadie ha sorprendido que ambos hayan vuelto a hacerse mimitos en Olmedo, primera etapa de la jornada electoral que el presidente del Gobierno echó ayer en Castilla y León. La rasca que caía a mediodía en la villa del Caballero obligó a abreviar el acto político convocado al aire libre, en el que no intervino ninguno de los candidatos del PP por Valladolid el 20-D. El tiempo ahorrado en dicho acto fue utilizado después por Rajoy para echar una partida de dominó con los jubilados del Hogar del Pensionista, reproduciendo una trasnochada imagen que no había vuelto a repetirse desde que José María Aznar se olvidó de Quintanilla de Onésimo.
Pase todo lo anterior y más, pero lo que ya se hace difícil de soportar es que todo un ministro del Gobierno de España se permita insultar la inteligencia ajena de la forma que lo hizo ayer el titular de Economía, Luis de Guindos, cuando, preguntado ayer al respecto en Valladolid, calificó de "leyendas urbanas" las desavenencias del gobierno Herrera con sus compañeros José Manuel Soria y Cristóbal Montoro. ¿Leyendas urbanas? O tiene un morro que se lo pisa o el ministro de Economía estaba en el guindo el día en el que el anterior consejero portavoz (cuyo nombre se abstiene "El topillo" de citar, dada su conocida condición de gafe) pidió desde la sala de prensa de la Junta la dimisión de su colega de Industria. Sin descartar ambas cosas a la vez, lo del morro y lo del guindo.