OPINIóN
Actualizado 01/12/2015
Cipriano Pablos

No resulta fácil para quien es profano en el tema, como yo, hacerse una idea fidedigna de qué está pasando realmente con el cambio climático. Cuanto más te informas, más opiniones encontradas descubres. No vamos a negar que el problema existe. Lo importante sería que fuéramos objetivamente informados del alcance real y las consecuencias que nos acechan si no ponemos un poco más de nuestra parte.

Personalidades y personajes de todo pelaje y condición opinan y parecen preocupados por los desastres que se avecinan. Si en la sociedad estamos descubriendo, a diario, avances en muy diversos campos, extraña que en este terreno tan fundamental no se haya progresado lo que cabría esperar. Sospecho que ha podido haber avances y estar ya beneficiándonos de ellos, pero han sido paralizados o acallados, en beneficio de otros intereses que los poderosos no quieren ver mermados.

El mundo necesita energía y quienes están subidos al carro del petróleo se resisten a perder su hegemonía. Es un arma de poder y una garantía de riqueza, a costa de lo que sea. Que exista una dependencia tan grande del oro negro les hace a esos países que lo tienen sentirse fuertes y dueños de la economía mundial.

Avanzar en las energías alternativas supone  socializar la energía y ponerla al alcance de cualquiera. El sol y el aire, fuentes limpias para producir energía acumulable, los tenemos a disposición de todos, pero esto no debe interesar a los del oro negro. Será por eso que las tecnologías desarrolladas son de coste elevado para que avancen despacito y no dudan en ponerle un "impuesto al sol" para que se te quiten las ganas de ir por libre en la materia.

Y si calentito se está poniendo el clima, no menos calentitos se ponen quienes dicen luchar contra ese cambio. Hemos entrado en un estado de ebullición donde todo se defiende con cierta violencia, a veces con evidente violencia. Cada cual es muy libre de creer y defender aquello que le convence o conviene. Pero sería necesario que todos entráramos en razón y nos rigiéramos con más sentido común. Es el momento, seguramente, de no demonizar las centrales nucleares, de olvidarnos del carbón y del petróleo y empezar a ser más responsables con el entorno en que vivimos. Veremos qué sacan en conclusión los prebostes de París y qué están dispuestos a cumplir.

Porque de cambios estamos necesitados. Lo que tenemos que tener claro es qué cambios son y cómo abordarlos. Los políticos tienen el cambio en la boca a todas horas. No estaría mal que alguno empezara por cambiarse a sí mismo, para que el cambio que promete no sea volver a las andadas.

La guerra de intereses también es mala y tantas veces es un freno a la evolución pacífica y limpia de la sociedad. El egoísmo y la avaricia de siempre, que son la verdadera perdición que nos invade.

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