OPINIóN
Actualizado 27/11/2015
Luis Marcos del Pozo

Circula estos días por la red un texto en el que se muestra el interés de no hacer parecer raros o anormales  a personas que únicamente son diferentes. Yo siempre me he considerado diferente, aunque no lo sea, de cualquier otra persona. Realmente me gusta ser diferente, quizás por mi normalidad. Pero hay personas que no pueden elegir sus diferencias, estas ya le ha sido concedidas de serie, y por este hecho debemos y tenemos que hacerlas sentir uno más de la "manada" aunque su pelo, extremidades o esa puñetera "nuez" que nos acompaña en el interior del cráneo funcione cuando quiere, o quizás funcione tanto que a los demás miembros no nos da tiempo a absorber sus dictámenes.

Desde hace muchos años me ha interesado el síndrome de Asperger, por miles de razones, largas de exponer y carentes de justificación para los demás.

Este síndrome  tiene como piedra angular la dificultad para establecer relaciones sociales. Para las personas que sufren esta alteración no es un placer la compañía de los demás. Construyen un mundo imaginario propio. Pueden estar en absoluta soledad, sintiéndose acompañados por su propio yo. Este trastorno neuro biológico del desarrollo aún no nos ha mostrado sus cartas, su origen.

Algunos genios estarían dentro de la larga lista que conforman los Asperger, como si de una comuna se tratara.Personas obsesionadas por temas y áreas concretas a las que casi todo lo demás no le afecta , no le llega a su membrana de aviso.

También se ha descrito el Asperger como un "trastorno de empatía", la falta de habilidad para "leer" de modo efectivo las necesidades y perspectivas de los demás y responder a éstas de un modo apropiado. A consecuencia de esto, los niños con Asperger tienden a malinterpretar las situaciones sociales y los demás consideran frecuentemente sus interacciones y respuestas como "extrañas".

¿Qué hace que los asperger sean seres únicos y especiales? Pues nada menos que sus áreas de "especial interés".

Y aquí, a este final quería llegar. No se pueden imaginar él profundo placer, las ganas de continuar en este mundo de docencia cuando te conviertes en ese "especial interés".

La interacción con una persona cargada con este apellido austriaco , cuando te deja, es tan absoluta, tan sincera, que todo lo demás toma una importancia circunstancial, te transformas en un Asperger por horas, en un sentimiento envolvente que no se deja sellar.

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