OPINIóN
Actualizado 25/11/2015
Manuel Alcántara

Noviembre es un mes gris. Decir que es triste o desapacible es impreciso, ¿quizá decir mejor depresivo? La visión desde la esquina es torpe. La niebla que envuelve al río permanece encallada durante días. La bella luz lechosa del alba no ayuda a elevar el ánimo de quien camina aterido de frío. Hay, además, recuerdos que profundizan el desamparo. Es tiempo de lectura, ¿cuándo no? Buscar un hueco para la difícil poesía de Ida Vitale, nuestra recién galardonada con el premio de poesía iberoamericana, pero ¿qué poesía verdadera no es difícil?; horas para aunar viejas evocaciones que están demasiado presentes, intentar engañar a la memoria que se resiste. Poner distancia con el dolor, la desesperanza del vacío, de las ilusiones marchitas, porque ¿la época del año así lo requiere?

 

Se necesita mayor esfuerzo para todo. Desde las pequeñas cosas hasta las hazañas quiméricas, desde guardar silencio hasta la verborrea estéril. Esperar en vano que suceda algo cuando sabes de la inutilidad de la propia esperanza, de la obsolescencia del mismo deseo. Y, sin embargo, cada calendario contiene un noviembre. Siempre lo mismo. Las cuentas por hacer. Los apuros en el último suspiro. Después, nada. También los días cortos amenazan que la propia brevedad encanalle la urgencia por terminar todo. En seguida. Días huraños, donde las sonrisas son muecas forzadas, huidizos de la palabra amable. Jornadas que marcan el paso de un tiempo ríspido que se te hace abominable, donde la soledad se espesa cada vez más.

 

Eres consciente que frente a la gente que cayó en París y poco antes en tantos otros sitios, o que hoy mismo su vida ha sido truncada por la maldad, todo esto no son sino palabras vacías. La muerte en noviembre es un argumento demasiado poderoso que ningunea el valor de la frase más simple posible. Estás convencido de que la evocación de cualquier emoción se convierte de inmediato en pura imaginería banal, porque la brutalidad se impone y coloniza los recuerdos hasta hacerlos añicos, desahuciados de significado, despojados de contenido. Noviembre te ajusta las cuentas con la certeza de quien se sabe que siempre regresa. Contribuye a que la opacidad sea hábito, a que las viejas historias vuelvan a hacerse presentes. Como aquella de tu padre que ya casi cumple medio siglo. Si, porque "todo lo que vivimos se reduce a un gris residuo en la memoria".

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