III
Carne ígnea tu carne
transverberada en noche
de tabores, en blancores
de nieve y altas cimas
por donde transitan vientos
de manzanas olorosas y pájaros
amarillos y fértiles tras la noche
destilan paraísos de luz,
epifanías donde habitas, Teresa
de Jesús ?un instante, un sueño?,
incendiada por un dardo amoroso
que en manos de un arcángel
de oro llegaba a tu corazón
y lo transía.
¿Será,
quizás, el ángel
fotografía, o trasunto,
o remembranza
de algún retablo en oro
recamado?
¿Será,
quizás, locura o confusión
de lenguas o lúbrico destello?
Terrenal metáfora con ojos
en la cara y cuerdas
azucaradas de guitarra,
y castañuelas y lápices para poder dibujar
en trazos de colores
la voz de Aquél que es
en el silencio y sin embargo
nos anega de silbos amorosos.
Forma tan niña de balbucir
sobre Quien es sin forma ni gesto
ni estatura: sólo es
como si fuera un ángel
de los que pinta en azules fra Angelico,
en las manos un dardo... y me dejaba
abrasada toda. Como si fuera...
Manera o arpegio álgido p
ara gritar ese abrazo que sientes
e infl ama tu piel con el solo
saber de su Presencia. Desahogado
lenguaje como de fuente
prístina. Pero formas de hablar
al fi n y al cabo: como las de Juan
de la Cruz y sus noches oscuras
y sus llamas y cánticos.
O las de Pablo de Tarso, destellado
de otra luz, no visible, en su caída
del caballo.