Faustino Mollinedo se une al éxodo iniciado por Enrique Álava, Jesús San Miguel y Sergio Moreno
Las buenas y las malas noticias se entremezclan en el Centro de Investigación del Cáncer. Prácticamente no hay mes en el que de los laboratorios no salga una publicación relevante que dé un pasito más en la batalla contra la enfermedad. Por ejemplo, sólo en las últimas dos semanas se han conocido mejoras en un proyecto mundial sobre terapias de baja toxicidad o se ha difundido un nuevo paradigma investigador que permitirá mejorar significativamente la lucha contra la leucemia. Eso, gracias al trabajo de los que quedan, que por cierto cada vez van siendo menos. La crisis de financiación científica que vive España y la falta de concreción de ayudas en el entorno autonómico se han cebado con este centro que está a punto de sufrir una nueva baja importante. Esta vez es Faustino Mollinedo el que empaqueta sus probetas, su equipación y sobre todo su equipo y su talento, en busca de un horizonte más halagüeño.
En realidad, el traslado comenzó a fraguarse hace algunas semanas y se lleva a cabo «con mucha discreción», según señalan fuente del Centro del Cáncer, aunque en pocos días «todo el mundo estaba al corriente de que en el Laboratorio 6 estaban haciendo las maletas».
Y es que ese es el drama, cuando un investigador principal se va del Centro del Cáncer, no se va él solo, lo que ya de por sí sería una baja muy relevante, sino que se lleva consigo habitualmente a todo su equipo y un gran número de conexiones investigadoras logradas durante sus años de ejercicio en Salamanca.
Otras salidas por falta de financiación
Mollinedo no es el primero que sale del CIC acuciado por los problemas de financiación experimentados por el centro salmantino. Desde mediados de 2013 es el cuarto laboratorio que deja el edificio del Campus Unamuno. Antes que él se fue el equipo de Jesús San Miguel, referente mundial en Hematología. Su marcha a la Clínica Universitaria de Navarra para poner en práctica un modelo innovador de investigación y docencia de vanguardia tuvo también un notable impacto en el Hospital Clínico de Salamanca.
Camino de Sevilla se fue uno de los máximos referentes en la investigación nacional en sarcoma y la leucemia linfática crónica, Enrique Álava. Las opciones que le ofrecía el Hospital Virgen del Rocío en la capital andaluza de estar en contacto con un mayor número de casos de su especialidad y, sobre todo, la garantía de estabilidad investigadora asociada al Instituto de Biomedicina de Sevilla (que actualmente dirige), fueron los motivos clave de su marcha.
También se mudó de centro, aunque en este caso se quedara en Salamanca, el investigador canario Sergio Moreno Pérez. Con su marcha, el CIC perdió uno de los grandes laboratorios dedicados al estudio de la división celular y los inhibidores de la proliferación celular descontrolada que da origen a la formación de tumores. En este caso, el experto decidió dejar atrás las dificultades del Centro del Cáncer para instalarse en el Instituto de Biología Genómica y Funcional (centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y la Universidad de Salamanca), que actualmente dirige.
También ha decidido cambiarse a un espacio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Centro de Investigaciones Biológicas de Madrid, Faustino Mollinedo.
El CIB, situado en el Campus de Moncloa de la Complutense, cuenta con más de medio millar de profesionales y se trata de uno de los espacios más punteros en el panorama nacional en investigación traslacional en biomedicina (orientada a una aplicación lo más rápida posible al paciente de los avances logrados en los laboratorios), con una activa generación de patentes y empresas biotecnológicas.
En este caso, Mollinedo se incorpora como investigador principal al departamento de Medicina Celular y Molecular, donde desarrollará su trabajo como responsable del Laboratorio de Muerte Celular y Terapia del Cáncer.
Con esta pérdida, el CIC despide a uno de los grandes laboratorios dedicados en España al estudio de los mecanismos de acción de los fármacos antitumorales. En los últimos años, su trabajo se había especializado en una de las claves de la lucha contra el cáncer, la apoptosis celular (mecanismo de muerte celular programada por la propia célula, que hace posible que el organismo elimine células dañadas), así como en mecanismos de farmacología molecular, de manera que hubiera una mayor capacidad de predecir a través del estudio de los genes la capacidad de un tumor de ser resistente a un determinado tratamiento.
En los últimos dos años ya han abandonado Salamanca cuatro laboratorios
La pregunta inevitable es qué encuentran en otros centros estos investigadores que no puede ofrecerles ya el CIC. En primer lugar, todos los investigadores coinciden en que en otras comunidades autónomas -como Madrid, Andalucía o Cataluña-, el clima hacia la ciencia «es mucho más benévolo que en Castilla y León, donde realmente tenemos muy pocos apoyos, agravados por un recorte muy drástico en los fondos nacionales, que se han reducido en pocos años en más de un tercio».
Así las cosas, según vienen denunciando desde hace años sus responsables, el CIC presenta un problema añadido: dado que no cuenta con un programa de financiación estable que garantice la cobertura de sus gastos ordinarios de funcionamiento, se ve obligado a detraer este dinero de las partidas que obtienen de manera competitiva sus investigadores en los proyectos nacionales e internacionales en los que participan.
Dicho de otra forma, mientras otros centros de investigación cuentan con una financiación directa de dinero público para cubrir entre el 40% y el 60% de sus gastos (luz, agua, material, equipamiento, personal de administración y servicios?), el CIC tiene que cubrir el 99% de estos gastos con sus propios recursos, de manera que los laboratorios aportan solidariamente un dinero que, forzosamente, deja de ser destinado de manera directa a investigar.
Es el precio para lograr que el Centro del Cáncer siga abriendo la puerta cada mañana, pero supone una enorme pérdida de competitividad respecto a otros núcleos investigadores que se sigue manifestando en la pérdida de laboratorios.
Fuente El Norte de Castilla