Dejo mi corazón pequeño e inútil temblando bajo el cielo de París, lleno de rabia y solidaridad, hundido en un gran charco de dolor
Como una piedra lóbrega y plomiza cae la noticia dentro de mi alma. ¿Cómo expresar la herida de la ortiga y el escorpión rompiéndote la sangre? A veces, como ahora, las palabras no sirven para nada. Son inútiles como violines dentro de la lluvia. Lo que ha ocurrido en Francia hace unas horas silba en mi pecho como un ciego vendaval desarbolando los tallos de mi ánimo, llenando de humo y niebla mis entrañas. No sé expresarlo, ahora, de otro modo. Dejo mi corazón pequeño e inútil temblando bajo el cielo de París, lleno de rabia y solidaridad, hundido en un gran charco de dolor.