OPINIóN
Actualizado 16/11/2015
Francisco Iglesias

Rabia, impotencia, miedo, indignación, tristeza, incredulidad, dolor, asombro, indefensión,?, y algo más

Permítanme que hoy no quiera ponerme en la piel de algunos, sino sólo en la de aquellos que han sido atacados o han sentido el ataque como propio, como algo que podría haberle pasado a uno mismo, a su hermano, a su pareja, a su hijo, a un amigo,?

Sé que la sinrazón de la violencia y del terror ocurre todos los días en algún lugar del mundo, y no considero justo la reacción a una parte de ella y no a todas, pero también es cierto que no siempre es fácil identificarse con lo que ha pasado, que las durísimas imágenes de tragedias y guerras que vemos a diario en los medios consiguen un grado de insensibilización y que, por desgracia, no es sencillo remover las conciencias ni las tripas a pesar de que el sufrimiento humano se expone cotidianamente,?, nos hemos acostumbrado a ello como algo lejano, ajeno a nuestra realidad.

Por eso cuando esa sinrazón se produce tan cerca, la cosa cambia, la máquina que todos llevamos en alguna parte de nuestro cuerpo comienza a producir emociones: rabia, impotencia, miedo, indignación, tristeza, incredulidad, dolor, asombro, indefensión,?, unas en mayor medida e intensidad que otras, según nuestra forma personal de vivir e interpretar el terror.

Pero si alguna vez me han seguido en estas líneas que cada lunes les dejo saben que confío en la bondad del ser humano, decía Mandela que "nadie nace odiando, la gente aprende a odiar y si se puede aprender a odiar también se puede aprender a amar", así que permítanme añadir a las emociones del terror "la esperanza"

La esperanza de que, a pesar del terror, el camino a la Paz sigue siendo posible

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