Aunque el estado de los restos del animal no permite determinar que haya sido consecuencia de un ataque de lobo, los continuos daños en la zona motivan esa sospecha
Un ganadero de Lumbrales ha denunciado ante LAS ARRIBES AL DÍA la aparición ayer domingo de uno de sus terneros totalmente devorado. Aunque resulta imposible certificar quién es el autor material del suceso debido al estado de los restos del animal, su propietario sospecha de que se trata de un lobo, especie que desde el mes de febrero viene diezmando las explotaciones ganaderas de la zona ocasionando cuantiosos daños a sus propietarios.
Según relata el ganadero, el sábado una de sus vacas parió dos becerros, y "ayer por la mañana apareció uno totalmente destrozado". La finca en la que ha tenido lugar el suceso se encuentra en la carretera de San Felices y pertenece a los términos municipales de Lumbrales y La Redonda.
Cabe recordar que hasta el de hoy, el último ataque denunciado en esta zona tuvo lugar el pasado sábado, cuando un ganadero de Bañobárez encontró una de sus terneras muerta y comida por el lobo, como han certificado agentes de Medio Ambiente. Este municipio, también de la comarca del Abadengo, se sitúa a escasos kilómetros del lugar del suceso ahora denunciado.
Los daños ocasionados en esta zona por el lobo se cuentan por decenas de cabezas y miles de euros de pérdidas para los ganaderos, y todo sin que hasta el momento la Junta de Castilla y León haya actuado con firmeza para aliviar la situación de los ganaderos, que reclaman el control de estos depredadores mediante su captura y traslado a lugares más apropiados para su superviviencia.
.La gran mayoría de los ganaderos no está en posesión de una póliza de seguro contra ataques de cánidos, lo que les obliga a reclamar los daños por vía patrimonial ante la Junta de Castilla y León. Además de la tardanza en cobrar estas indemnizaciones, en ningún caso cubren las pérdidas del ganadero, ya no solo del animal, si no la producción derivada de la pérdida de este y de factores que como el estrés producen estos ataques sobre el resto de la explotación (reducción o cese de producción de leche, abortos, etc). A esto se suma la constante alerta a la que está sometida el ganadero, su preocupación por lo que pueda encontrarse a la mañana siguiente y la rentabilidad de su explotación, circunstancias que han producido en muchos de ellos episodios de ansiedad, estrés y alteraciones en su conducta emocional.