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CULTURA
Actualizado 14/11/2015
Redacción

El grupo de teatro de la ONCE, Lazarillo de Tormes, ha vivido la emoción de volver a representar 'Teresa, la jardinera de la luz' en la capital

El grupo de teatro de la ONCE, Lazarillo de Tormes, ha vivido la emoción de volver a representar Teresa, la jardinera de la luz" en Salamanca. Después del rotundo éxito que supuso haber representado en la capital charra durante siete días seguidos a primeros de mayo, el público salmantino esperaba con ganas otra nueva ronda de actuaciones. Debido al apretado calendario de este verano, no se ha tenido oportunidad de programar en nuestra ciudad otra maratón teatral como la que tuvo lugar en primavera, y que todavía se recuerda por las fotos que plasmaron las largas colas hechas a la puerta de las siete iglesias para ver la obra. Los espectadores que tuvieron ocasión de disfrutarla en Salamanca fueron los mejores críticos, y es que la buena prensa que ha surgido desde el inicio en torno a este montaje, despertó primero una curiosidad que se convirtió en realidad palmaria, cuando se comprobaba la calidad del trabajo llevado a cabo por este grupo de actores aficionados del grupo teatral de la ONCE.

Ante la imposibilidad de repetir la hazaña, se pudo volver a Salamanca con Teresa, la jardinera de la Luz, durante las fiestas patronales de la ciudad, concretamente el día 8 de septiembre y en una emocionada parroquia de Puente Ladrillo, que la acogió con entusiasmo, habida cuenta del homenaje que con ella se hacía a los párrocos que tantos años de servicio dedicaron a esta comunidad y que ahora debían dejarla.

Este viernes 13 de noviembre, ha sido la iglesia de María Mediadora la ilusionada receptora de la obra que a finales del pasado año salió de la pluma de Denis Rafter, y que en un primer momento dirigió para configurar y poner en marcha este indiscutible éxito. Estrenada a finales de febrero, ha recorrido durante estos meses del V centenario del nacimiento de Teresa de Jesús numerosos puntos de nuestra geografía en diversas comunidades autónomas. Por fin en este día parece significativo que la vuelta a la capital de origen, Salamanca, sea una parroquia que tanto ha mediado por conseguir fecha. María, mediadora entre Dios y el hombre para escribir la historia de la salvación, también parece haberlo sido en conseguir que Teresa de Jesús vuelva ante los salmantinos con la fuerza y luz con que sus hermanas carmelitas la defienden en escena. Escena, que en esta ocasión ha sido amplia y diáfana como lo es el altar de la ya mencionada parroquia. Bien elevada sobre sus peldaños para que todo el mundo pudiera contemplar cómodamente una escenografía de gran belleza estética y que se va desgranando mediante los distintos cuadros en los que las monjas carmelitas hablan de su madre ante el ya famoso dominico inquisidor que subido al púlpito la acusa sin piedad de delitos que parecen encaminarla a la hoguera. La gran fuerza dramática del texto parece dotar de movimiento a cada escena que se compone con suma elegancia y espontaneidad por parte de las actrices que con unos impecables hábitos de la época de Teresa, siglo XVI, se mueven por el altar con la cadencia adecuada que el texto requiere en cada momento.

De todo esto dan fe las numerosas fotografías hechas a lo largo de la representación y que ponen de manifiesto el acompañamiento que el lenguaje gestual proporciona a un guión al que no le falta ningún detalle de la vida de la santa. Sentido del humor en la narración que hacen las hermanas de la vida de su madre; pasión y belleza en voces y actitudes en la recitación de sus poemas; rigurosidad y simpatía en el relato de sus fundaciones. Y ante todo valentía y desgarrada emoción ante un inquisidor que de forma indigna quiere hundirla para acabar a los pies de la luz y la verdad que las carmelitas han conseguido poner ante sus incrédulos ojos. La escena final del más famoso de sus poemas en lo alto del púlpito desde donde durante toda la obra se la condenó consigue arrancar de los espectadores para la obra que se cerraba ante ellos, un sincero y emocionado aplauso. Entre las paredes del amplio recinto que es el templo de María Mediadora, las notas de la bien lograda réplica del órgano del maestro Salinas, Se expandieron salidas de los dedos de un actor ciego que encarnaba la figura del admirado músico del siglo XVI

La amplitud y sencillez decorativa de María Mediadora han sabido envolver con la elegancia de lo austero, una obra teatral, que en cada escenario cobra un significado por la personalidad del mismo. En este caso, una iglesia grande y bella en su simplicidad ornamental, ha cedido el protagonismo a los elementos escenográficos de la época de Teresa. Así su amplitud espacial no ha sido obstáculo para la magnífica acústica que tiene el recinto, y que ha dado cabida a unos 350 espectadores que puestos en pie han celebrado con su cálida ovación el placer de haber contemplado una obra teatral que en su ya 90 puesta en escena, sigue demostrando que los primitivos escenarios que fueron las iglesias, son un lugar adecuado para experimentar la emoción del ser humano que se ve reflejado en otros entre las paredes que tantos sentimientos comunes albergan.

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