OPINIóN
Actualizado 11/11/2015
Fernando Segovia

Sosos redomados los profesionales de televisiones nacionales en su gala de premios la noche del jueves. Hay que ver cuanta sosez en sus intervenciones y escasísimos aplausos a los animadores y a los premiados. Nunca había visto tanto escatimar en risas y aplausos. Y daba la sensación que allí iban a lo que iban, recoger el premio y largarse. Todo lo demás, puro trámite.

          Será por defecto o cansancio profesional, pero había unas caras de aburrimiento, de que aquello no iba con ellos que se notaba de lejísimos. Alguno de los presentadores o animadores incitaba a que aplaudieran y no resultaran tan fríos, pero como si nada. Y a uno como espectador del lado de acá le daba pena. Malo es si algo que tú organizas ni te gusta, ni te emociona ni te causa gracia. Y no eran precisamente premios a los mejores funerales. Se trataba del primer medio de entretenimiento y diversión de nuestro país, la tele. Todas las cadenas de televisión habidas y por haber participaban. Para meditárselo.

          Daba toda la sensación de soberano aburrimiento colectivo. Hasta las mesas de atrás a medida que la gala avanzaba se iban quedando vacías. Parecía una huída en toda regla. Y eso no escapaba en los planos generales. Y yo mientras tanto pensaba que así estaba nuestra televisión en general, cuando ni los propios profesionales transmitían un pelo de entusiasmo. Aunque sólo fuese por disimular algo el asunto, o por simple educación con los premiados o los televidentes. Nada de nada y sosería tras sosería. Deberían de aprender más de los americanos (en guión, ritmo e implicación en lo que debería ser todo un espectáculo). Así nos va en el asunto de la profesionalidad. En eso y en otras cosas, claro.

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