Si el pasado 14 octubre expresábamos nuestro asombro ante un atentado en el Barrio Antiguo, a la entrada de la calle Libreros, hoy nos vemos obligados a repetir la foto ante los oídos sordos de los responsables por impedir tamañas ilegalidades, que no son más que
golpes de mal gusto a esta ciudad única. No es posible que se permitan estas actuaciones, mañana vendrá otro, en otro edificio cualquiera y le adosará a su tejado un aprovechamiento semejante.
Nunca esta casa, por otra parte magníficamente rehabilitada, tuvo sobre sus tejas adefesio tal para que ahora nos puedan venir diciendo que todo es perfectamente legal o que era necesario para instalar no sé que aparatos; alguien no sabe muy bien de qué van estos asuntos, cual es conservar la trama urbana, o el que suscribe estuvo ciego durante sesenta años de patear por estos andurriales. No nos cansaremos de repetir la imagen hasta que nos den una explicación. Aunque lo que procede aquí no son explicaciones sino la retirada inmediata del pegote.