OPINIóN
Actualizado 09/11/2015
Jesús Garrote

Para proponer un cambio social hacia la integración de personas y jóvenes de la exclusión social se necesita empoderar y aumentar la resiliencia de la comunidad.

Para poner un ejemplo paradógico os hablo de un personaje que va al psiquiatra porque se creía un grano de trigo y después de darle el alta, volvió y cuando el médico le dijo: si ya sabes que no eres un grano de trigo. Él le contestó que se lo contara a las palomas que seguían queriéndoselo comer.

Es necesario que en nuestro barrio sepan que de los fracasados escolares salieron algunos genios a lo largo de la historia, que hay manitas, artistas y personas con una extremada sensibilidad y valentía. Tenemos mucho que hablar y sobre todo muchas obras que mostrar para que los vecinos se convenzan de que pueden contar con nosotros.

Chicos y chicas como los que viven en la Casa Escuela Santiago Uno enriquecen nuestra vida cotidiana y la de nuestros hijos. Qué  difícil parece explicar esto cuando los vemos fumando un porro o aparecen entre los que robaron un móvil. Paseando el otro día por el barrio de los poetas en Madrid, donde vivían Quevedo y Góngora insultándose o Lope de Vega, mujeriego donde los hubiera, y mal encarado con Cervantes. Todos ellos con una reputación muy cuestionada en la época.

No quiero decir que todos nuestros chicos sean genios pero hay que educar a las palomas para que no vean grano de trigo donde hay hijos como los suyos y sentimientos reprimidos que les han restado oportunidades.

El trabajo comunitario consiste en aumentar las oportunidades de todos. Los vecinos ganarán en emociones y ampliaran su abanico de relaciones que a su vez mejorará su visión de mundo, su comprensión y su solidaridad, que les hará más coherentes con sus ideas y creencias desde las que se presentan en sociedad. Como religiosos o de izquierdas, como personas de orden o como padres y madres que a veces esconden la cabeza como los avestruces.

Nuestros granos de trigo tienen que dejar el victimismo de su historia pasada y germinar en un barrio bien abonado, donde tienen que dar los frutos para una convivencia pacífica y un reparto del trabajo y las responsabilidades y también de las risas y los llantos.

Somos una ventana y una puerta más hacia la Tierra y el Cielo.

Somos eslabones de una cadena llamada sociedad, somos peldaños de una cadena hacia la interdependencia y de un sutil hilo que nos lleva de la intimidad a la extimidad y del " on line" al "off line".

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