Tengo yo por ideario
que el ser poeta te obliga
a tocarte la barriga
y a hablar con el diccionario.
Sienta cátedra, no comas
del verso y los recitales,
más sudan tus genitales:
¡te entienden otros idiomas!.
Al turco, árabe y taiwanés,
el universo notorio
lee tus rimas y emporio
lírico el neozelandés.
Es rico este idioma nuestro
porque en su punto de sal
hace vate universal
a un humilde maestro.