OPINIóN
Actualizado 04/11/2015
Emilio Pérez

Dentro de las varias definiciones que hace la Real Academia de la Legua sobre lo que es un "Gesto" me quedo con una, que creo que refleja el sentido que en la política y en las relaciones sociales debe prevalecer de forma positiva,  "rasgo notable de carácter o conducta".

En este nuevo escenario de representación y composición política que ha resultado después de las últimas elecciones municipales y autonómicas, donde se conjugan los gobiernos de minorías y los pactos, donde los "estilos de gobierno" deben ser distintos a los que provocaban hasta ahora las mayorías absolutas y donde el diálogo y la virtud de saber escuchar cobran una relevancia especial y definitoria del carácter de nuestros gobernantes, los gestos cobran una mayor significancia.

Gestos positivos, inclusivos, de acercamiento, de complicidad, de disposición y generosidad ante la toma de decisiones, ante la capacidad de compartir el poder que hasta ahora era absoluto y en algún momento autoritario. Detalles significantes de apertura y trasparencia, de colaboración y apoyo.

Gestos que rehúyan de la simple apariencia, del engaño, de la trampa, del equívoco, de la traición, la demagogia y las ambigüedades.

Todas las formaciones políticas han adquirido ante la ciudadanía compromisos importantes, unos ante los miedos a la pérdida de votos y otros ante la posibilidad de conseguir aparecer en escena y recoger lo que a otros se les ha escapado.

Compromisos referidos a los cambios en la forma de gobernar y en la forma de hacer oposición, compromisos promulgando el cambio radical o dulcificando el absolutismo pasado, compromisos públicos y sin escatimar altavoces para provocar el convencimiento de los oyentes y cautivar el voto de la duda o la indefinición.

Y ahora llega el momento de poner en práctica todo lo ofrecido, de acometer todos los cambios anunciados, de demostrar que el voto ha sido útil y que el ejercicio de la democracia tiene sentido.

Y este es el momento de los "gestos" afables. Un nuevo escenario donde la ciudadanía espera ver y comprobar cómo el reflejo de sus necesidades y deseos hecho voto, se convierte en realidad y no en decepción.

Gestos con los que las personas  esperan ver que han cambiado las formas, que han cambiado los modos y se ve un gobierno plural de verdadera cercanía a la necesidad que existe y las actitudes cambian, y las soluciones llegan y el poder se reparte y la soledad se acompaña y la exclusión ahora incluye y la riqueza se extiende y palia la pobreza.

Gestos contundentes e inmediatos que auguran cambios positivos, necesarios y que envuelven de ilusión y optimismo lo que hasta ahora y desde hace años, es y era decepción, escepticismo, frustración y fracaso. Gestos que consigan que las personas volvamos a creer en nosotros mismos.

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