OPINIóN
Actualizado 03/11/2015
Cipriano Pablos

No termina de liberarse el pequeño Estado Vaticano de sujetos que, muy a pesar de  su condición religiosa y de haber contado con la confianza del Papa de turno, han traicionado esa confianza y se han comportado como auténticos y despreciables traidores.

 Va quedando lejos, aunque no se olvide, la nefasta gestión del Obispo Marcinkus, de infausta memoria, al frente del IOR, que tantos disgustos y dinero costó a la propia Iglesia, para tratar de limpiar y enjuagar las calaveradas mafiosas de este sujeto, q.e.p.d. No le dieron tiempo al bueno de Juan Pablo I, cuyas intenciones manifestó pronto y se convirtió en un molesto estorbo que era necesario eliminar. Todo ha quedado bajo un tupido velo, pero quien quiera saber que se informe y lea que hay materia escrita y con fundamento.

De aquel "banquero de Dios" hemos pasado a quien hoy se conoce como el "contable de Dios". Español y Riojano para más señas.  Las buenas intenciones del Papa Francisco ( tiene muchas y no todas cuajan ) se han visto traicionadas por este sacerdote español que fue nombrado miembro de la Comisión investigadora de los Organismos Económicos y Administrativos de la Santa Sede, hoy ya disuelta.  Esas buenas intenciones del Papa de poner claridad y orden en las no siempre  claras finanzas vaticanas se ven truncadas cuando aparece un sujeto sin escrúpulos  que pretende sacar provecho en beneficio propio, sin importarle el daño que pueda hacer a quien ha depositado su confianza en él, además de a la propia Iglesia, a la que tiene la obligación de defender,  amén de ser discreto  y no airear lo que ha conocido en misión profesional.

Ha sido detenido, junto a una seglar italiana integrante de la misma comisión, por apropiarse de documentos reservados y que han servido para que ya estén o vayan a estar en el mercado dos libros que servirán para echar mierda, más que para echar luz.   Amante de la buena vida y la buena mesa, que para nada encaja en su condición religiosa, seguramente no habrá regalado las fotocopias. Indecente el riojano. Nada de este comportamiento lo aprendería en la Universidad Pontificia de Salamanca, cuando cursaba el Doctorado en Teología.

Cuando estamos inmersos en esa renovada lucha por el laicismo, por desterrar a la Iglesia y sus valores de la vida de las personas, que surjan desde dentro de la propia Iglesia estos ejemplares, amantes de la notoriedad y esclavos del egoísmo, es intolerable y deben ser castigados con ejemplaridad y desposeídos de cualquier responsabilidad. Traicionan a todos, no sólo al Papa.

¿Vendió los papeles en aquella comida copiosa y regada con buenos vinos (otro delito si no eran de su tierra ) celebrada con periodistas en una terraza del Vaticano, el mismo día que el Papa Francisco canonizaba a Juan XXIII y a Juan Pablo II? Seguramente.

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