OPINIóN
Actualizado 03/11/2015
Miguel Ángel Perfecto

Después de conocer la opinión pública la emigración masiva de sirios e iraquíes de sus respectivos países por causa de la guerra, se ha extendido el apelativo común de refugiados a todas las personas desplazadas,  sin embargo, no es lo mismo migrante o inmigrante que refugiado. Migrantes son las personas que buscan en otro país u otra región de su país mejores oportunidades de trabajo y vida para ellos y sus familias. Refugiados, en cambio, son sólo aquellas personas que huyendo de un conflicto bélico, o bien una persecución por formar parte de una minoría de cualquier tipo, acceden a otro país donde se les concede asilo político, a partir de esos momentos son refugiados que tienen una serie de derechos de alojamiento, sanidad o educación durante un tiempo establecido.

Los migrantes o emigrantes si entran ilegalmente, es decir, sin tener en cuenta las leyes existentes, en otro país carecen de todo tipo de derechos y pueden ser expulsados a sus países de origen.

Conviene por consiguiente diferenciar a esos dos tipos de personas desplazadas, teniendo en cuenta que los derechos existentes son del país de acogida, no los tienen todos los desplazados por el mero hecho de serlos.

En el tema de la emigración de personas o de movimientos masivos de ciudadanos que huyen de un conflicto se está utilizando, en general, mucho mas los sentimientos y las pasiones de las masas que la inteligencia, es lo que ocurre con la ausencia de una política común de emigración y asilo en la Unión Europea.

Durante bastantes años, los países del sur de Europa, España, Italia o Grecia se han encontrado con una importante emigración procedente de Africa, tanto del Norte(Marruecos, Túnez y Libia), como de los países subsaharianos, sin contar la importante llegada de latinoamericanos a España a partir de 1999.

En general, estos emigrantes económicos aspiraban a una vida mejor en Europa seducidos en muchos casos por las informaciones que los medios de comunicación difundían sobre la abundancia de Europa y los muchos derechos de que disponen sus ciudadanos. En muchos casos, estos emigrantes formaban parte de la clase media de sus países , no eran de los grupos sociales peor tratados, sino que contaban con una posición y unos ingresos para vivir, pero aspiraban a tener una vida más próspera en Europa.

Pero mientras la llegada e integración del colectivo latinoamericano a España apenas produjo algún conflicto de integración, la entrada por las fronteras del Sur de personas procedentes de Africa o incluso de Asia como Paquistán generó un verdadero problema para Italia, Grecia o la propia España, que se vieron en la obligación de reforzar sus fronteras ante el colapso de los centros de acogida, en cambio, los países del Norte de Europa, entre ellos Alemania y Austria asistían con indiferencia al espectáculo del asalto fronterizo al primer mundo.

El conflicto bélico en Siria, originado y organizado por los países occidentales encabezados por Estados Unidos, ha generado unos desplazamientos masivos de población hacia Europa. Y en este contexto, la canciller alemana tuvo la peregrina idea de decir que Alemania asumiría hasta ochocientos mil refugiados y exigiendo a los demás socios su cuota correspondiente. El resultado ha sido una catástrofe en los países del centro de Europa que no han sido capaces de asumir el aluvión inesperado de personas y revelando además algo elemental, no se puede gobernar a partir de la exaltación de los sentimientos, sino a partir de un plan racional de gobierno europeo que permita una emigración controlada, necesaria para el mejor desarrollo económico de Europa y para limitar el envejecimiento de la población europea, justo la política que no existe desde hace años en la Unión Europea.

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