OPINIóN
Actualizado 03/11/2015
Joaquín Araújo

La avispas mueren masivamente, como las mariposas, mosquitos, moscas, coleópteros y arañas. También comienza la desnudez masiva de los árboles de hoja caediza. Pero la gran retirada de los insectos y la ausencia de las aves más llamativas quedan más que compensadas por el celo de cabras, muflones y gamos, que avanza, y en esta semana se da el mayor número de cópulas. Los rebecos esperan aún una o dos semanas para alcanzar ese punto. Algunos anfibios reinician ahora su actividad: gallipatos, sapos comunes y salamandras esperaban precisamente la recuperación de los niveles de agua que por lo general acontece tras las lluvias otoñales. Los jabalíes, demasiado hibridados con cerdos, han adquirido la costumbre de volver a criar en la otoñada.

El paisaje parece vaciarse de murmullos, cantos, estridulaciones, zumbidos, bramidos o topetazos, como si casi todo se hubiera ido a dormir. De hecho lo hacen algunos peces y reptiles, como carpas y tencas, ranas, culebras y lagartos, y no pocos grandes insectos.

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