Hoy Caridad, participante de Cáritas Diocesana de Salamanca, nos ofrece este poema como invitación a no rendirnos.
Te encontré en la calle con rostro de pena cuando la vida solo podía con canales y remolas, tornillos oxidados en grandes tragedias.
Te miré, te miré caminando por la tierra pisando una alfombra de piedras.
Te encontré con una luna sangrante en tus pies, los dedos cortados en un mundo pensando al revés.
Te encontré llorando, llorando por la vida y el futuro.
Gritando por la paz y el desarme.
Mirando las nubles, la libertad de las aves.
Te di la mano y solo te pude decir ¡Nunca te rindas!
La vida puede ser cruel y bella, sigue, sigue, sigue ¡Nunca te rindas!
Caridad Hernández Barbero