OPINIóN
Actualizado 31/10/2015
Eusebio Gómez

Hay muchos santos, hay mucha gente buena, lo oía decir desde que era niño. No se pueden contar tantas personas que pueblan nuestras ciudades. Las hay de todas las clases, profesiones y colores, del norte y del sur, casados y solteros? Nos asombraríamos de la cantidad enorme de gente buena que hay a nuestro alrededor, si aguzáramos un poco la vista, si supiéramos ver la bondad de cada corazón humano.

El día 15 de mayo de 1981, en el estado Parc des Princes, en París, el rey del fútbol, Pelé, recibió el título de "Campeón del siglo", en medio de una cerrada ovación de cuarenta mil espectadores. Después, en una entrevista, nos dejó estas hermosas palabras:

"Los hombres están cada vez más lejos de Dios. La religión está siendo colocada en un segundo plano. Los hombres buenos, que pueden hacer alguna cosa y cambiar esta situación, están con miedo. Vivimos en un mundo peligroso y esto me asusta. Y todo porque los hombres están lejos de Dios".

Todos tenemos miedo. Miedo a la técnica sin alma de este nuestro siglo XX. Miedo de que la poca felicidad que tenemos, se nos escape de las manos. Miedo a la enfermedad de los nuestros. Miedo a que nos roben, a que hablen mal de nosotros. Miedo al futuro, al fracaso, a la muerte. Miedo a nosotros mismos. Miedo a perder la poca esperanza que tenemos. Miedo a que nos abandonen y nos trague la maquinaria fría y sin corazón. No, no es fácil ser bueno. Nunca lo fue y hoy tampoco se presenta fácil. Hay muchas dificultades que nos salen al paso. Está por ejemplo la prisa y la aceleración que nos manejan en todo momento, a pesar de todos los cursos de relajación y Centros de lentitud. La bondad es lenta, es honda y hoy, desgraciadamente, estamos educados para correr sin saber adónde. La bondad queda descartada.

Y por encima de tantas dificultades confieso y repito que es interminable la lista de la buena gente que es capaz de vivir despacio para poner bondad en cada paso. Millones y millones de personas de buen corazón, de una generosidad a toda prueba, de una disponibilidad manifiesta,  de servicio desinteresado, de trabajo bien hecho, de amorosa entrega a millones de causas buenas.

No puedo dejar de mencionar, entre tanta gente buena que ha dado su vida por los otros, a Jesús, del que se dice simplemente que pasó haciendo el bien sobre la tierra, porque Dios estaba con él. Dios está también con nosotros y podemos educar y organizar nuestro mundo para que los buenos se junten, "se hagan espaldas" y no tengan miedo de ser buenos.

Hay muchos santos sin canonizar, pero hay que reconocer, que, a pesar de que salen con más frecuencia en los medios de comunciación los que siembran maldad, los hay que día a día dan su vida por amor: esta es la gente buena.

Fotografía: Mauel Lamas

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