OPINIóN
Actualizado 30/10/2015
Manuel Rodríguez Fraile

El mundo tendrá una generación de idiotas.

Dicen que en cada uno de nosotros coexisten 3 seres diferentes, algo así como una trinidad, con todos mis respetos. Sigmund Freud, los denominó: el ello, el yo y el superyó, aunque la traducción más correcta de este último sería "sobre-yo" ya que según el padre del psicoanálisis, la misión de este es aplicar las normas, reglas y prohibiciones que vamos asimilando en nuestro desarrollo racional y social.

Yo tengo una versión más menos complicada, y desde luego menos transcendente, que la de mi admirado y respetado médico austríaco. El primer "ser" es el que YO soy realmente, el segundo ese que quieres que los demás crean que eres y por último está EL que te gustaría ser. El primero y el último "conviven" dentro de nosotros y pugnan permanentemente entre sí para que el segundo tenga la presencia externa que deseamos y es aquí donde las redes sociales alcanzan todo su esplendor, Facebook entre ellas.

Estos nuevos espacios de comunicación (¿?) diríase que sin barreras ni fronteras, no son más que instrumentos, medios, y por tanto ni buenos ni malos en sí mismos, todo depende del uso que de ellos hagamos cada uno de nosotros. Pero los seres humanos tenemos la curiosa predisposición genética de hacer de la utilidad, necesidad, transformando simples medios en fines últimos. Hemos cambiado el, ya para algunos trasnochado, principio de Descarte "Pienso, luego existo", por el "Estoy en Facebook, luego existo".

A través de estos medios queremos escribir nuestro libro (book) mostrando la cara (face) que queremos que los demás vean de nosotros, nuestro TU, la que más nos favorece, la que nos gustaría que todos se creyeran, aunque por lo general diste mucho de la realidad. De forma temeraria y poco consciente nos dejamos llevar por esta "barata publicidad" para vendernos, para airear a los cuatro vientos tanto nuestras alegrías como nuestras penas, sin caer en la cuenta de que desde el mismo momento en que pinchamos sobre el botón de PUBLICAR, todo ello pasa a ser de dominio PÚBLICO y somos ya, para siempre, prisioneros de lo escrito, lo comentado o lo compartido. Una popular cita añade que ya sólo somos dueños de nuestros silencios.

Muchos, demasiado, usa Facebook como una publicación de prensa rosa en la que exponer su deseada y ficticia vida. Su intimidad corre bit a bit por la red de redes y en cualquier punto del mundo alguien puede acceder a ella sin ningún problema e interpretar o mal interpretar lo que hemos publicado sin ninguna posibilidad de control por nuestra parte.

La tecnología, los imparables y vertiginosos avances que se produce cada día, nos permite crearnos una "vida falsa", incluso varias, en Facebook. Además, nuestro móvil o tablet nos obliga a andar por la calle, a sentarnos en los medios de transporte, en el parque o en casa, con la cabeza inclinada, mirando en soledad, lo que va sucediendo en nuestra fría vida virtual, alertados permanentemente por sonidos de aviso que, como operarios al servicio de un Gran Hermano, nos obligan a mantener baja la mirada, en posición de súbditos tecnológicos.

Pues lo siento, de veras, porque es triste optar por una vida ilusoria pudiendo vivir una vida real, dar prioridad a una pantalla frente a mirar los ojos de otro, escribir un wasap en lugar de hablar cara a cara, preferir chatear por un móvil a chatear ? tomar unos chatos, unos vinos - con los amigos en un bar frente a un buen plato de jamón o de pulpo. Si usted no es de esos enhorabuena, me alegro.

La tecnología es útil pero puede llegar a ser esclavizante. Albert Einstein dijo: Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo tendrá una generación de idiotas. ¿Habrá llegado ese día? ¿Seremos ya idiotas?

Y una ilustrativa viñeta para terminar.

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