Sobran las palabras, elijo la mirada, la que nunca miente.
El ser único hijo depara constantes citas con el silencio, fuimos buenos compañeros, escuchar es escucharte.
Uno se mece en sus pensamientos en blanco y negro, releva imágenes cotidianas, inspira y halla recuerdos que enseñan todo lo que queda por aprender.
Desde el balcón de mi melancólica serenidad se escudriña a través de un cristal, entre la hojas huérfanas, el trasiego de gente con y sin destino. Demasiado cruces y pocos encuentros.
Horas muertas invertidas en contemplar, ganándome triunfalmente al ajedrez a mi mismo, cada partida una batalla sin retorno, como en las guerras, donde nadie gana.
Ahora hay gente que utiliza las palabras para decir lo contrario de lo que hace, eufemismos que hieren e insultan a quien escucha; o nos toman o piensan que somos necios. Si las palabras hablaran?
Siempre hablé poco, me parece más hermoso el silencio, el deseado.
Hoy pequeñas hordas de infantes lo quebrantan, quizá algún día les pueda explicar sin decir palabra que él también existe.