Escribía Juaristi en El bucle melancólico el éxito del relato fabricado en torno al nacionalismo vasco en el que la razón, hechos objetivos, ha dejado paso a los sentimientos, interpretación de los hechos.
Razón, objetividad, sentimientos, interpretación, ley, política, diálogo.
Ayer, la CUP y Junts Pel Sí presentaron un documento que se someterá a votación la próxima semana en el parlamento catalán, que defiende la creación de un estado catalán independiente en forma de república. Quienes han impulsado ese texto ya han anunciado que no acatarán la decisión que sobre esa cuestión tome el Tribunal Constitucional.
Razón, objetividad, sentimientos, interpretación. Todo ello también está presente en la raíz del nacionalismo catalán. El relato de Artur Mas, fundamentalmente, desde la aprobación del Estatuto de Autonomía de Cataluña, ha seguido al pie de la letra la creación y potenciación de un sentimiento catalanista en torno a una simbología que, visto el resultado, ha dado sus frutos. No tanto hay unas causas objetivas que impulsen a la secesión sino más bien una interpretación de esas causas. De ahí la negativa a afrontar debates políticos, económicos o sociales dentro y fuera de Cataluña. El eje del debate debía de ser otro y así ha sido.
Pero dos no bailan si uno no quiere y tampoco el gobierno ha querido bailar. Rajoy ha preferido no quitarse el mono de registrador de la propiedad y colocarse el de político, así que ha decidido aplicar la ley desde el principio, obviando que el diálogo y la negociación en busca del acuerdo debe ser la base de la política.
Al desafío de la CUP y de Junts Pel Sí, contestó ayer Rajoy? a su manera. Contundencia, claro que sí, no se espera menos del presidente del gobierno. Eso lo damos todos por hecho, no puede ser que nadie salte por encima de la Ley en un estado de derecho. Pero eché en falta algo más, eché en falta visión de Estado, y eso, en un presidente del gobierno, es algo imperdonable.
Ley, política, diálogo. Esos deben ser los principios que debería haber seguido, y que debe seguir, el gobierno de nuestro país. Aplicación de la ley, con contundencia, no debe ser permisible un órdago de quienes quieren representar a los catalanes sin contar con la mayoría de apoyos en las urnas. Política, la única salida al desafío catalán era y es la política, aplicada con una visión de conjunto, de Estado. Diálogo, con mucho trabajo para alcanzar acuerdos y pactos que posibiliten una solución satisfactoria para todos y que haga de la Constitución nuestro marco de convivencia.