Alfredo Pérez Alencart escribe sobre uno de los más notables poetas israelíes de hoy, además de seleccionar siete poemas para los lectores de SALAMANCArtv AL DÍA
Siete poemas, como los siete brazos de una Menorá judía, son suficientes para conocer la poesía de Asher Reich (Jerusalén, 1937), un escriviviente al que poco o nada se ha leído ?hasta ahora- en el inmenso continente de la lengua castellana. Digo siete por no decir treinta y tres, que son los textos acopiados en su primer libro aparecido en territorio español, gracias a la acogida que la editorial Verbum ha hecho, inaugurando la serie Letras Hebreas. Así, 'Creación sobre papel', con traducciones de Daniel Blaustein, resulta un pequeño cofre repleto de tesoros, todos de un valor inestimable, pues nunca resulta cuantificable aquello que genera tanto deleite y tanta conmoción a la vez: Asher Reich es de esos poetas indispensables, de esos poetas cuya obra toda merece ser antologada, pues difícil resulta dejar al lado algún texto suyo, cada cual un mundo pleno de significaciones, de simbolismos, de vida vivida y sentida, del amor que brilla como una resurrección, de la violencia que sigue fresca allí en su patria, de la religión y sus estragos torrenciales, cuerpo y alma desplegándose en sus versos para que no haya podredumbre, infancia donde todo recomienza, infatigable infancia que conoce el aire y el vuelo de la imaginación y el rezo que flagela eternidades.
Autor de dieciocho libros de poesía, además de la novela 'Memorias de un amnésico' y del volumen de relatos 'Un hombre con una puerta', Asher Reich ofrece una poesía con impronta propia, ritmo libérrimo y savia existencial para un tránsito en medio de tinieblas: no sólo recomiendo su lectura, que despierta como una plegaria desnuda o como una viga en nuestros propios ojos, sino que expreso mi admiración por su honesta poesía, un imperio que le sobrevivirá con las velas desplegadas.
Tuve el privilegio de prestarle mi voz, leyendo la versión castellana del poema 'Jerusalén', publicado en 'He muerto? y he resucitado', la antología dedicada a León Felipe. En el Teatro Liceo, mientras él leía en hebreo, yo pensaba en que cada poema suyo es una semilla que contiene oxígeno contra las intolerancias y músculos invisibles donde hacen vida íntima los deseos. Lo saludo y, a través de él, reconozco a los inmensos poetas judíos que siguen la estela de David.
Alfredo Pérez Alencart
NUESTRA SANGRE ES LA GASOLINA DEL MUNDO
El día pasa. Hemos ganado tiempo.
Pasan nuestros días en sueños de desechos.
Una vez conocí a un muchacho que esperaba por su vida
y encontró su muerte. Creciendo alrededor, su muerte
fue para mí como un disparo de advertencia.
Una generación adormecida que espera un milagro
espera en vano hasta el límite de su potencia.
Esperad. Quizás allí, en el fondo del séptimo cielo,
nuestros mejores pilotos descubrirán petróleo cósmico.
Nuestra sangre es la gasolina del mundo.
BETSABÉ (BAT SHEVA)
Desnuda en la terraza de su anhelo
ella se baña anhelando el cuerpo de Urías,
temblando ante la proximidad de la tarde
mientras David se sacia de ella.
Dichoso el hombre que hallare resguardo en sus cuidados.
La tarde llega junto al deseo del Rey
amado por su pueblo, prepara su cetro
y cuando llegue hasta la bella de las terrazas
la tumba de su esposo ella abrirá en su honor.
CANTO A EVA DE LA NOCHE
Las primeras aguas fueron noche.
La tiniebla fue otro Dios
que no dijo: Sea la luz.
Yo era hombre inmaduro y desolado
que procuraba encontrar el mundo
y la mujer viva que había visto
andar desnuda en mi jardín-habitación.
La imagen nació antes que los ojos, que se abrieron
para mirar uno tras otro hueso de tus huesos.
La sabiduría salió del árbol y te penetró cual frágil ola ?
entonces ante mis ojos fuiste Eva de la noche,
que nació de una costilla de árbol, y que ya conocía el Edén.
Yo era un recién nacido que no conocía mujer
ni distinguía sus especies. La noche
preparóme el andar del varón, y nuestro tiempo
repentino creó para nosotros un amor exaltado
sobre un lecho de campo hecho a nuestra imagen y semejanza,
y tú me alimentaste de sabiduría, y una cena de deseo
preparamos con migajas de un secreto. Mi viejo yo
se desmigó hasta devenir polvo. La noche era una extensión
en medio de las aguas. Numerosas nubes pasaron sobre terrazas
sobre el jardín de los animales del sentimiento.
Ascendió el alba, y en mí ascendió la tierra desde una luz distinta ?
Y ahora sólo mis recuerdos cenan conmigo de noche,
relatan la salida de mi ser de la tiniebla a la luz.
EL CUERPO LOBO HAMBRIENTO
El cuerpo lobo hambriento
padecerá hambre de saciedad y la saciedad lo hambreará
más adentro, un gran peligro para él mismo
más dentro suyo su cuerpo
ya no es el cuerpo ya es la noche
otra hambre
un asunto desolado es la noche
substancias emitidas se adhieren a substancias del alma
como aprontándose a detonar
la hora del cuerpo transcurre emitiendo tiempos
más adentro, la angustia
más dentro suyo la soledad de otro cuerpo
también bajo esta luz el cuerpo es crisis
¿Y el alma? Oh, el alma, los gruñidos del alma
como otro ejemplo de grito
la luz del mañana está lejos del mañana lejano del cuerpo
otra sensación
y lo que pasa de él a otro cuerpo es un lobo hambriento.
EL VUELO CONTINÚA
La infancia fue el arte de pilotear en el aire.
Palabras del Sidur planeaban en el espacio, he visto
una confusión de voces que rezaban ascendiendo como en un sacrificio.
Y cuando alcé mi rostro hacia el cielo escuché a mis ojos:
He aquí un cometa que viene de otra estrella.
Los shtiebelej eran nidos de palomas que arrullaban,
y yo, como un bebé capturado en un pozo de aire, crecí
con una conciencia podrida como un diente.
De noche, en los sueños del instinto, he volado
con mis cuatro alas hacia los barrios lejanos,
cruzando las puertas hacia otro siglo,
atravesando mundos pasajeros de Eros,
entre los ciegos de Dios fui como un visionario
bajo el firmamento agnóstico
y el viento hizo añicos a los ídolos que había en mí.
Encima de las nubes el vuelo continúa, los salones del Jeder
eran naves espaciales que volaban en la luz de la imaginación.
Un paseo casual por un pasado remoto,
que ahora corre ante mí en cincuenta recuerdos.
Me detengo un momento y cuento: doscientos cuarenta y ocho
miembros hacen un cuerpo humano. Seiscientos trece
preceptos me acompañaron allí cual sombras salvajes.
¿Y cuántos miembros hicieron un alma que devino álbum de fotos
de un niño hechizado por Dios?
1 Sidur o Sidur Tefilá (en hebreo ? "El Orden de las Plegarias"); se trata de un texto que incluye una vasta gama de rezos de la fe judía. [Nota del traductor].
2 Voz en ídish (plural de shtiebel, que significa "pequeña casa" o "pequeña sala"). Los shtiebelej son lugares usados para rezos comunitarios judíos; son más pequeños y menos formales que una sinagoga. [Nota del traductor].
3 Jeder (en hebreo, "sala" o "aula"), aquí se refiere a la escuela o sala de estudios en donde niños judíos religiosos aprenden a leer y escribir, y estudian las Sagradas Escrituras. [Nota del traductor].
EL ÁRBOL DE LAS ALMAS
De todos los frutos que mi madre intentó
darme de comer, me gustaba únicamente
el fruto de la imaginación. No tiene olor
pero su sabor profundo de toda sabiduría me alimenta
sin cesar, escuchaba a mi madre en el patio hablando
con las vecinas sobre el árbol de las almas, he intentado
perseguir sus sombras que no existían y no supe
si él se hallaba en el cielo o en la tierra. Mi madre, que nunca dejó
de animarme en dulces sueños para que descansara el ánima,
me cocinaba cada noche un cuento: el árbol de las almas vive
lejos, en el séptimo cielo. Mi padre apenas sonreía al oír la imaginación
de ella que horneaba para mí una dulce leyenda de cuna sobre un árbol
del tamaño del mundo con setenta y siete raíces grandes como una ciudad.
Una tarde escuché en su relato que sólo un niño limpio
de pecados podrá, quizás en una noche de luna llena,
ver la sombra de la sombra de este
hacia el cual vuelan por las noches todas las almas
para descansar a la hora de nuestro sueño. Y aquél cuyo sueño migre
por sus pecados, su alma se extraviará dentro de sí misma
echando de menos al árbol: Catedral del corazón divino.
JERUSALÉN Y TÚ
En Jerusalén tus raíces aún corren
y tú vives como un árbol.
Un ocaso jerosolimitano es la armonía
de la tarde, en la que entre nítidos matices
cortados como con vidrio, quedaste atrapada de asombro.
De noche ya no ves todo negro.
Tus cabellos esparcirán todas las nubes,
y tus pasos ascienden con los sonidos
y cincuenta estrellas corren ante ti.
Yo sé que desde tu regreso a Jerusalén
ella es nuevamente la Jerusalén completa,
en la cual quieres ser piedra,
para construir y construirte en ella
en este tiempo nublado.